jueves, 25 de septiembre de 2025

Gaza, la masacre silenciosa: un informe enumera el patrimonio cultural destruido


 


Finestresull’Arte | Redazione | 24/9/2025

En Gaza, no sólo está a la vista de todos la tremenda masacre de civiles. También hay una devastación de la que se habla poco, ya que la prioridad son las vidas humanas, pero que se produce en paralelo: es la devastación del patrimonio cultural de Gaza. La semana pasada, la organización PEN América, que lleva sensibilizando sobre la libertad de expresión y los derechos humanos desde 1922, elaboró un informe, titulado Todo lo que se ha perdido, en el que se documentan todos los daños que está sufriendo el patrimonio cultural de Gaza. El análisis se llevó a cabo mediante una revisión de pruebas y entrevistas con trabajadores culturales palestinos y se centra en la catastrófica amenaza existencial que sufre la cultura palestina en la Franja de Gaza. Esta crisis se ve agravada por el hecho de que artistas, escritores y trabajadores culturales se ven obligados a exiliarse o son asesinados, mientras que su patrimonio cultural es sistemáticamente demolido por los ataques militares del ejército israelí. Y para los palestinos, que han sufrido décadas de guerra, represión, ocupación y desplazamiento, la cultura es esencial para expresar y preservar su historia.

El alcance de la destrucción es impresionante, y probablemente subestimado, dada la continuación de las hostilidades incluso en los meses posteriores a la realización de las primeras evaluaciones. Según el informe, las fuerzas armadas israelíes destruyeron o dañaron un número considerable de lugares de gran importancia religiosa y cultural. Un análisis realizado por el proyecto EAMENA (Arqueología en Peligro en Oriente Medio y el Norte de África) en colaboración con el Centro para la Preservación del Patrimonio Cultural (CCHP) cartografió y verificó 316 lugares y edificios históricos, concluyendo que hasta 226 de ellos habían sufrido daños. Los esfuerzos iniciales de conservación de emergencia se estimaron en unos 36,4 millones de dólares (31,2 millones de euros), mientras que la reconstrucción completa podría llevar hasta ocho años, con un coste previsto de unos 304 millones de dólares (261 millones de euros).

 

Aniquilación de centros de conocimiento y bibliotecas

La campaña militar ha asestado un golpe devastador a la educación superior y a la vida intelectual en Gaza. El informe concluye que todas las escuelas superiores y universidades de Gaza han sido parcial o totalmente destruidas. En este contexto, la educación desempeña un papel especialmente vital, ya que ofrece oportunidades de progreso, contacto con el mundo exterior y espacios para el aprendizaje en un territorio con severas restricciones de movimiento y acceso.

Entre las instituciones afectadas se encuentra la casi total devastación de la Universidad Islámica de Gaza, que albergaba por sí sola una biblioteca con 130.000 volúmenes. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron que la universidad servía de centro operativo, militar y político de Hamás, y que también se utilizaba para el desarrollo y la producción de armas. Sin embargo, PEN America expresó su preocupación por el hecho de que la magnitud de los daños indicara una falta de distinción entre objetivos militares y civiles específicos, o daños desproporcionados en relación con la ventaja militar obtenida. Las pérdidas humanas para la comunidad académica fueron igualmente catastróficas, con al menos 105 académicos muertos a mediados de 2024. Entre las víctimas más destacadas se encuentra el rector de la Universidad Islámica, Sofyan Taya, físico y matemático de renombre, que murió en un ataque en Yabalia junto con su familia.

La Universidad de Al-Azhar también sufrió grandes daños, incluidos ataques aéreos y demoliciones controladas. Según testimonios de soldados, incluso una mezquita del interior del campus de Al-Azhar fue bombardeada. Del mismo modo, la Universidad de Al-Israa, la última institución de enseñanza superior que quedó relativamente intacta, fue destruida en gran parte en enero de 2024 mediante demoliciones controladas tras ser ocupada por las fuerzas israelíes durante 70 días. La universidad albergaba también un museo nacional con más de 3.000 objetos arqueológicos. Ahmed Alhussaina, vicepresidente de asuntos financieros y administrativos de la Universidad Al-Israa, expresó su temor de que una destrucción tan generalizada sea un acto deliberado destinado a borrar la memoria y el valor arqueológico de la cultura palestina. El concepto de “escolasticidio” fue planteado por los expertos de la ONU en relación con el 80% de las escuelas y universidades dañadas o destruidas, lo que sugiere un supuesto esfuerzo deliberado por desmantelar todo el sistema educativo palestino.

Además de los edificios universitarios, el informe destaca la destrucción de al menos once bibliotecas y ocho editoriales e imprentas. La Biblioteca Pública de Gaza, fundada en 1999 con fondos del Banco Mundial y que contenía 10.000 libros en árabe, inglés y francés, fue completamente destruida. Los Archivos Centrales de la ciudad de Gaza, que contenían unos 110.000 documentos históricos, fotos y mapas de más de 150 años de antigüedad, también fueron completamente destruidos por los ataques aéreos.

Una pérdida especialmente dolorosa para la comunidad intelectual es la destrucción de la Biblioteca Pública Edward Said de Beit Lahia, la primera biblioteca en lengua inglesa de Gaza, fundada por el poeta y profesor Mosab Abu Toha. La destrucción del edificio de la biblioteca fue confirmada por testigos presenciales en enero de 2025, tras el alto el fuego. El propio Abu Toha, que perdió el borrador casi terminado de su novela y toda su biblioteca personal tras el arrasamiento de su casa, expresó su dolor por la pérdida de “todos los sueños” quemados por la campaña de Gaza. La Biblioteca Samir Mansour, un centro cultural de tres plantas, sufrió graves daños en octubre de 2023, tras haber sido reconstruida hacía poco después de los daños sufridos en un ataque anterior en 2021.

Mosab Abu Toha en la biblioteca Edward Said de Gaza antes de su destrucción por el ejército israelí.
Mosab Abu Toha en la biblioteca Edward Said de Gaza antes de su destrucción por el ejército israelí.

Patrimonio religioso e histórico devastado

La destrucción no perdonó a los lugares de culto. La Gran Mezquita de Omar, el edificio religioso más antiguo y grande de Gaza, cuyos orígenes se remontan al siglo VII (sobre una estructura bizantina del siglo V), fue destruida en gran parte en diciembre de 2023, después de que su minarete sufriera daños anteriormente. Esta mezquita era un centro cultural y social clave. Su biblioteca, que data del siglo XIII, contenía una importante colección de libros y manuscritos raros. Las FDI afirmaron que la mezquita era utilizada por combatientes de Hamás y ocultaba la entrada a un túnel, pero estas afirmaciones no han podido ser verificadas de forma independiente. El experto en patrimonio cultural Akram Lilja opinó que la mezquita fue atacada varias veces, no por actividades militares, sino por el fuerte vínculo espiritual y social que la población de Gaza tenía con ella.

Una investigación de Bellingcat documentó que al menos 100 mezquitas fueron dañadas o destruidas durante el conflicto. Algunas de ellas fueron demolidas mediante detonaciones controladas. Algunos soldados de las FDI afirmaron que todas las casas, mezquitas y escuelas se habían utilizado con fines terroristas. Las iglesias de Gaza también sufrieron daños. La iglesia ortodoxa griega de San Porfirio, la iglesia en activo más antigua de Gaza, que data del siglo XII, fue alcanzada el 19 de octubre de 2023. En el ataque murieron al menos 18 personas que habían buscado refugio allí. Los ataques contra la iglesia y sus instituciones fueron condenados por el Patriarcado Ortodoxo de Jerusalén como crimen de guerra. El complejo de la iglesia católica de la Sagrada Familia también recibió varios impactos.

Entre los lugares históricos de importancia no religiosa destruidos se encontraba el Hammam al-Samra, un baño turco de la época otomana que data de hace más de 750 años y que fue completamente arrasado por ataques aéreos en diciembre de 2023. Este edificio, restaurado en 2022, era una importante atracción turística y patrimonio cultural. El Qasr al-Pasha, un fuerte del siglo XIII utilizado en época otomana y convertido posteriormente en museo por el Ministerio de Turismo palestino, fue destruido por ataques aéreos en diciembre de 2023. El fuerte albergaba cientos de objetos antiguos y sarcófagos únicos.

El Informe de PEN América también documenta la destrucción del Centro Cultural Rashad al-Shawwa y los daños sufridos por el Museo Cultural Al-Qarara, que albergaba 3.500 objetos arqueológicos, históricos y folclóricos. Las imágenes por satélite indican que los mosaicos bizantinos de 1.500 años de antigüedad descubiertos en 2022 cerca de Bureij, considerados uno de los mayores tesoros arqueológicos de Gaza, han sufrido graves daños debido a las actividades militares en los alrededores, posiblemente relacionadas con la ampliación de la “zona tampón” israelí.

 

Saqueo y riesgo de borrar la identidad

La destrucción del patrimonio cultural se ve exacerbada por los informes de saqueos y destrucción intencionada de bienes culturales muebles. El informe identificó al menos tres casos de incendio provocado de libros y dos casos de saqueo de objetos arqueológicos. Algunos vídeos mostraban a soldados israelíes intentando quemar coranes en mezquitas y libros en una biblioteca universitaria. Sin embargo, las IDF abrieron una investigación sobre estos incidentes, calificándolos de “graves” e incoherentes con sus valores.

En cuanto a los saqueos, el museo de la Universidad de Al-Israa fue saqueado antes de ser demolido. Del mismo modo, el museo y hotel Al-Mathaf, que albergaba una colección privada de objetos arqueológicos reunidos por Jawdat al-Khoudary, denunció la desaparición de objetos y daños por incendio tras haber estado bajo control israelí durante meses. En enero de 2024, la Universidad de Birzeit denunció en las redes sociales el presunto robo de 3.000 objetos de su museo nacional por parte de fuerzas militares israelíes, antes de que el museo fuera bombardeado para encubrir el presunto delito.

La biblioteca en lengua inglesa Edward Said fundada por el poeta de Gaza Mosab Abu Toha, destruida por los bombardeos israelíes.
La Biblioteca Edward Said después de su destrucción por el ejército israelí.
 

 

Repercusiones jurídicas y exigencias de justicia

PEN América afirma que los ataques contra infraestructuras civiles, incluido el patrimonio cultural, han sido indiscriminados o directamente dirigidos. Estas acciones, ya sean intencionadas o imprudentes, violan las leyes internacionales, en particular la Convención de La Haya de 1954 para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado, y pueden constituir crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Según la política de la Corte Penal Internacional (CPI) sobre Patrimonio Cultural, los delitos que afectan al patrimonio cultural “pueden constituir en sí mismos crímenes contra la humanidad” y pueden aportar pruebas de tales crímenes, sugiriendo que la población civil era el objetivo principal. Aunque la destrucción cultural no es explícitamente un acto necesario para demostrar el genocidio, en algunos casos se ha citado como prueba de la intención genocida. La Oficina de las Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio también considera la destrucción de bienes de importancia religiosa y cultural como un posible indicador de intención genocida.

PEN América también considera que la destrucción cultural en curso es expresión de una peligrosa narrativa: que Gaza carece de historia, cultura o cualquier cosa que merezca la pena preservar. De ser así, la erradicación de la identidad de Gaza sería una violación atroz de los derechos humanos de los palestinos y una negación de la contribución histórica y cultural de Gaza al mundo. Los artistas y escritores palestinos entrevistados hicieron hincapié en que la cultura es un medio vital de resistencia y expresión de su identidad.

PEN América ha pedido al gobierno israelí que cese inmediatamente sus ataques contra el patrimonio cultural palestino y que cumpla con sus obligaciones internacionales. La organización insta también a la comunidad internacional a investigar la destrucción cultural como posible prueba de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad e intención genocida.

[artículo completo publicado en la versión en español de Finestresull'Arte el 24 de septiembre de 2024 

 

lunes, 15 de septiembre de 2025

Un grito contra el infanticidio en Gaza

 

Pronunciamiento de la literatura infantil argentina por Palestina

Un grito contra el infanticidio en Gaza

Escritores, ilustradores, editores, piden que "cese el exterminio planificado sobre el pueblo gazatí", en defensa de los derechos de los niños y niñas.

Karina Micheletto | Editora de la sección El País de Página/12.

“Volvemos a levantar nuestra voz, habida cuenta de que el plan de exterminio no solo no ha cesado sino que recrudece día a día”. El contundente pronunciamiento cobra relevancia por provenir de Alija, la entidad que reúne a quienes hacen la literatura infantil y juvenil en Argentina. La institución se suma “a los pronunciamientos por la paz de todos los organismos de derechos de las infancias del mundo, para exigir que cese el exterminio planificado sobre el pueblo gazatí”. Pide “que se respete el derecho a la vida de sus niños, niñas y jóvenes, que son asesinados y mutilados a diario”. “Y que se castigue a quienes están cometiendo estas atrocidades generando, además, en quienes logran sobrevivir, heridas físicas y psicológicas que dejarán marcas indelebles”, suma.

“Las infancias son el objeto y el sujeto de quienes trabajamos con el arte para niños, y si no mencionamos esto, nada de lo que hacemos tiene sentido”, advierte David Wapner, reconocido escritor y editor que desde hace 27 años vive con su esposa, la artista visual Ana Camusso, en Arad, al sur de Israel, sobre el Mar Muerto. “Desde aquí vivimos esto con total desesperación, angustia e impotencia”, lamenta, y cuenta que todos los días habla con su amigo, el reconocido poeta y maestro Nasser Rabah, que está en la Franja, “como una forma de acompañarlo, porque es lo único que podemos hacer”.

 

Wapner vive cerca de dos de las tres bases de la fuerzas aérea más importantes de Israel: “De acá salen los bombardeos para Gaza, para el Líbano, para Irán. Todos los días y las noches sentimos los aviones pasar. Y a las 4, 5 de la mañana se llevaban a cabo los programas de inteligencia artificial, como uno llamado Where is Daddy (Dónde está papá), que marca un blanco y espera la hora en que el padre vuelve a dormir para bombardear su casa, y matar de un saque a sus hijos, sus padres, toda su familia, porque los árabes viven juntos”, describe.

 

"La infancia ha sido el objeto central de este genocidio, porque es una limpieza étnica, donde los palestinos deben ser arrasados, ya sea de la vida o expulsados de esta tierra. Eso es el pensamiento del Estado de Israel, y por eso hay un cálculo que recorre el mundo: Todos los días es asesinada un aula de chicos, 27, 30 chicos, los niños son el 40 por ciento de los asesinados en este genocidio. Y no solo han sido asesinados, sino que las escuelas han sido arrasadas, no existen más escuelas, no existen más las bibliotecas, sus maestros han sido masacrados, sus padres han sido masacrados, sus abuelos. El niño que no está muerto está herido, y quien no está herido, está muriendo de hambre", alerta Wapner.

 

Lo intolerable

 

La escritora María Teresa Andruetto, ganadora del prestigioso Hans Christian Andersen -el premio más importante de la LIJ- puso en primer plano el tema cuando inauguró la última Feria del Libro Infantil de Buenos Aires. "Todas las personas debiéramos pronunciarnos frente a este genocidio, esta carnicería que se está produciendo contra un pueblo. Porque es contra ese pueblo y de algún modo también contra toda la humanidad", repone ahora en diálogo con Página/12.

"Pero particularmente para nosotros, personas que escribimos, ilustramos, investigamos, pensamos, enseñamos, reflexionamos en torno a las infancias, este infanticidio que Israel comete contra el pueblo Gaza y contra el pueblo palestino es verdaderamente intolerable", marca la autora de El vestido.

"Más aún si pensamos que el IBBY (International Board of Books for Young People, la organización mundial más importante del campo) fue creada por Jella Lepman, una filántropa que levantó los tres pilares del campo mundial de la literatura para niños y jóvenes: la Feria del Libro Infantil de Bolonia, el Premio Andersen y la institución IBBY. Y la creó precisamente en respuesta al genocidio del nazismo contra el pueblo judío, gitano y otros pueblos", recuerda. "Eso que está en el corazón mismo de la fundación del campo de la literatura infantil, hoy parece fundamental pronunciarlo, frente a esta destrucción humanitaria que Israel está cometiendo y que no tiene ya nombre", advierte.

El escritor Mario Méndez, presidente de Alija (una entidad que es miembro de IBBY a nivel local), repasa que esta asociación internacional se pronunció ya en 2023 pidiendo por la paz y en contra del infanticidio en Gaza, y que Alija reprodujo ese repudio y sostuvo ese mensaje de distintas maneras. "Ante el recrudecimiento del plan de exterminio y el desproporcionado ataque de un Estado poderoso contra un Estado desprotegido como es el gazatí, Alija vuelve a pronunciarse, pidiendo por los niños, las niñas y los jóvenes que son asesinados día a día, que son heridos física y psicológicamente, con heridas que dejarán marcas indelebles. Pedimos por el cese del infanticidio, en línea con los clamores de asociaciones de todo el mundo, colectivos de escritores y escritoras, especialistas, editores, que se manifiestan cotidianamente", explica.

En la Argentina este manifiesto viene siendo impulsado largamente por escritoras e ilustradores como Andruetto, Matías Trillo, Paula Bombara, Roberta Iannamico, Laura Escudero, también Adolfo Córdoba desde México o Wapner desde Israel, entre muchos y muchas. 

El milagro de jugar a la pelota

Como muchos desde Gaza, el doctor Refaath Alathamna describe diariamente los padecimientos que atraviesa con sus cinco hijos, uno de ellos, el niño cuya foto acompaña esta nota, que con sus cuatro años “prácticamente no ha conocido más que esta vida, que no es tal”, lamenta. Con su doble nacionalidad palestina boliviana, pide -hasta el momento sin éxito- poder sumarse a un vuelo de evacuación de los que realizan varios países (recientemente hizo uno Chile).

Junto al relato de la búsqueda de comida y agua a precios exorbitantes, misiles y muertes de familiares cercanos, desplazamientos continuos, narra estremecedoras postales cotidianas. Como la que surgió tras volver a su casa, o lo que quedaba de ella, con sus hijos,

"Ayham volvió a tener su pelota. La misma que perdió cuando huimos. La misma que me pidió durante meses, con esa insistencia que solo los niños conocen.

 Ahora la tiene. Y su sonrisa lo dice todo.

 Pero no puede jugar en la calle.

 No hay lugar seguro.

 La calle en frente de mi casa tampoco. Ya lo vieron a primeros de este mes, donde todos nos salvamos de milagro.

 Ayham juega en casa con su hermano mayor. Entre paredes que tiemblan. Sobre un suelo que ya no es seguro. Con una pelota que rebota contra el silencio. Y aun así, juega. Porque los niños de Gaza no esperan a que el mundo les devuelva la infancia. La inventan. La defienden. La celebran.

 Esta foto es un milagro. Pero también es una pregunta: ¿cuánto tiempo más tendrá que jugar solo dentro de casa? ¿cuánto tiempo más estará sin comer lo que un niño necesita para crecer? ¿Hasta cuándo podré distraerle con la pelota?".