martes, 28 de noviembre de 2023

Cisjordania ya fue objeto de una destrucción deliberada antes de la actual destrucción de Gaza

La destrucción de Palestina y de su pueblo no se inició con la destrucción actual de Gaza y la expulsión de  sus habitantes. Sin remontarnos a la Nakba, en 1948, encontramos episodios igualmente violentos durante las últimas décadas. A continuación incluimos algunas fotos de la vida cotidiana en Cisjordania antes de la creación del Estado de Israel y durante los años en que los palestinos luchaban por hacer prosperar su tierra frente a las ambiciones y las agresiones del Estado sionista y la indiferencia de la comunidad internacional. Pero todo ello cambió, cuando la asfixia a la que los colonialistas israelíes sometían a Cisjordania estalló en la Primera y la Segunda intifadas. Ya entonces Israel impuso los bombardeos indiscriminados contra la población civil y la destrucción de casas y del patrimonio material palestino.

 

Pero desde 1988, con la primera Intifada o levantamiento palestino, la situación se agravó aún más, con la continua intervención de las fuerzas de Ocupación.


Imágenes de destrucción en las ciudades de Jenin y Nablus durante la segunda Intifada en 2002. La ciudad vieja de Nablus fue arrasada por las bombas y las excavadoras israelíes, como se muestra en la cuarta foto, en que un edificio histórico destinado a convertirse en museo fue destruido.

Igualmente, Gaza, antes de las sucesivas intervenciones del ejército israelí y pese a ellas, era un país que su pueblo, la mayoría refugiados anteriormente expulsados de sus tierras, se esforzaba por hacer habitable, como demuestran las siguientes fotos:


 La ciudad de Gaza antes de la Nakba.

Gran-mezquita-de-Gaza-siglo-VII
                                            La Gran Mezquita de Gaza, del siglo VII.


Gaza-aeropuerto-1935-antes-de-la-Nakba
                                    Gaza ya contaba con su propio aeropuerto en 1935.

Avión-de-las-líneas-aéreas-palestinas
Avión de las Líneas Aéreas palestinas. Obsérvese que el nombre de la compañía va escrito en las tres lenguas entonces oficiales.
 

 

Aeropuerto-internacional-de-Gaza-1997
El aeropuerto internacional de Gaza, construido con ayuda internacional de España, Alemania, Suiza, Japón, Arabia Saudí y Marruecos, entre otros, con un coste de 86 millones de dólares, inaugurado por Bill Clinton y Yassir Arafat, en 1998 fue destruido por el ejército israelí entre 2001 y 2002, sin que ninguno de los países que lo sufragaron reclamara al Estado de Israel.

Aeropuerto-internacional-de-Gaza-destruido-por-Israel
                    El aeropuerto internacional de Gaza tras su destrucción por Israel.

El destierro en 1948 y el destierro en 2021.


 

Expulsión-de-los-palestinos-en-la-Nakba-de-1948

 

Palestinos-huyendo-desde-Jerusalén-al-Líbano-en-1948


 

Mujeres-y-niños-huyen-brazos-en-alto-Gaza-2023

Gaza-tras-los-bombardeos-de-Israel-1923



EL HILO DE LA MEMORIA, por TERESA ARANGUREN

Incluimos aquí algunos fragmentos significativos de El hilo de la memoria, el libro recientemente reeditado de la periodista Teresa Aranguren.


El lenguaje es lo primero que hay que conquistar cuando se emprende una batalla, especialmente si la batalla es de conquista. La colonización de Palestina comenzó con la conquista del lenguaje incluso antes que la tierra. No decimos el drama, el exterminio o el expolio palestino sino “La cuestión palestina “, el término que los ingleses acuñaron para dar envoltura burocrática, sesuda y aséptica al proyecto que comenzó a gestarse en Europa a finales del XIX y en virtud del cual se decidió sacrificar el destino de todo un pueblo, que no es sino vidas que tomadas una a una tienen rostro, carne, sangre y nombres y proyectos de futuro y recuerdos y rencillas irresueltas y genealogías familiares con abuelos y bisabuelos enmarcados en fotografías de color sepia en la pared de salón.

Los grandes atropellos de la historia no siempre se cometen por odio, sino por indiferencia hacia el otro. En el odio, el otro, el odiado, está presente, existe, incluso se podría decir que es imprescindible como sostén del odio. La indiferencia despoja de entidad al otro, lo cosifica, lo puede considerar obstáculo o apoyo o ambas cosas a la vez o una y otra sucesivamente, pero siempre lo excluye de la categoría de un “nosotros” dotado de derechos, necesidades, sentimientos y aspiraciones que el otro no tiene. Esa es la base del pensamiento colonial y del racismo. Africanos, indios, árabes, pueblos-cosa para la mentalidad colonial, la que imperó “naturalmente” en Europa hasta la mitad del siglo XX, eran poco más que elementos de un paisaje exótico.

El problema con los árabes de Palestina es que ese paisaje se quería vacío.

Se sabía que había pueblo en Palestina.

Ese era el problema. Un pueblo problema. Cuestión a resolver.

Conquistar el lenguaje. Conquistar la tierra. Vaciar la tierra.


 

Beirut

Todas las ciudades bombardeadas se parecen. Todas convocan el mismo surtido de adjetivos: fantasmagórico, desolador, irreal a veces. En un edificio aún en pie pero sin fachada, un reloj de cocina, pendiendo de una pared abierta al vacío, marcaba una hora inmóvil; en mitad de la calle, a modo de absurdo mobiliario urbano, se exhibía una pila de fregar intacta y llena de cascotes, entre montones de basura humeante y la ausencia de gente. Más que derruidos en montañas de escombros, los edificios de Beirut, edificios de varias plantas, parecían haberse plegado sobre sí mismos, grandes placas de hormigón desprendidas en bloque habían formado extrañas estructuras arquitectónicas, imponentes fortalezas asimétricas diseñadas por un amante del caos.

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La casa estaba llena de cuadros de un estilo como naif. Casi todos tenían el mismo motivo: escenas, calles y barrios de Haifa. Sobre uno de esos cuadros, el pintor nos dijo que podía recitarnos los nombres de cada una de las gentes y las familias que habían vivido en la calle que aparecía minuciosamente dibujada casa a casa y que habían sido sus vecinos y sus compañeros de juegos cuando él era un niño y esa era su calle y Haifa era aún su ciudad.

Su pintura era un modo de combatir el tiempo y salvar la memoria.

¿Sabes? No hay un solo día en el que no recuerde mi casa, casi siempre antes de dormirme me viene a la mente la última imagen que tengo de ella con las gentes del Haganah en el jardín empujándonos a subir al camión. Mi madre tenía macetas de flores en todos los balcones, y yo clavé mi mirada en uno de ellos mientras el camión se alejaba y aún sigo viéndolo, toda mi vida seguiré viéndolo.

El pintor era de familia musulmana y su mujer era cristiana. No tenían hijos. Parecían quererse mucho. Una pareja en el umbral de la vejez que se cuidaban uno a otro.

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Habían acudido al hospital no porque estuvieran heridas sino porque la anciana padecía del corazón y necesitaba tratamiento. Su nieta la acompañaba y la protegía. La pequeña Nahla sujetaba la mano de la abuela y de vez en cuando le daba ligeras palmaditas de ánimo. Con la ayuda de Ibrahim nos explicó la muerte de su familia. No lloró al contarlo, de vez en cuando miraba a su abuela como temerosa de que su relato la hiciese sufrir. Era conmovedoramente responsable y generosa. Nos dijo que la OLP estaba intentando sacarlas de Beirut y enviarlas a Damasco donde ella podría ir a estudiar en un colegio “para huérfanos de los mártires palestinos” y donde su abuela podría vivir sin el pánico de las bombas.

Nahla, de mayor, quería ser médico.

Tuve la certeza de estar ante un ser humano extraordinario, uno de esos seres que, al existir, hacen que el mundo sea más habitable y mejores a aquellos a quienes tocan. Nahla estaba tocada por la gracia.