Textos de Vittorio Arrigoni, Aicha Auda, Mustafá Barghouthi, Murid Barguti, Rachel Corrie, Mahmud Darwish, Luz Gómez, Jamil Hilal, Haneen Maikey, Ruz Shumali Mesleh, Edward W. Said, Elias Sanbar... Información y solidaridad con Palestina.
Desde Libros contra la Guerra, una red de librerías y editoriales comprometidas con la desmilitarización social, la justicia y la veracidad, el Día del libro hacemos público el siguiente vídeo en solidaridad con Palestina.
TEXTO COMPLETO
Una
tormenta de fuego y odio castiga a Palestina. Miles y miles de personas
pierden todos los días en Gaza sus hogares, escuelas, hospitales… sus
vidas. Un inmenso dolor se añade al de siempre, el que comenzó hace 75
años con la expulsión en masa de un millón de habitantes para crear por
la fuerza militar el Estado de Israel en 1948. No es solo una guerra,
es pura limpieza étnica, es un genocidio.
En “Libros contra la Guerra”, una red de
librerías y editoriales puestas en pie contra las guerras que reúne
a una multitud de proyectos culturales comprometidos con
la desmilitarización social, la justicia y la veracidad, nos negamos a
ser parte del encubrimiento sistemático de décadas de colonización
israelí que ha arrastrado a Palestina a una desgracia infinita. Hoy
presenciamos un nuevo capítulo de la “Nakba”, de la catástrofe, con las
fuerzas de ocupación israelíes cometiendo ataques aéreos mortíferos en
la Franja de Gaza, intensificando su bloqueo ilegal que dura ya 16 años,
cortando el suministro de agua, combustible y otros bienes esenciales.
Además, las fuerzas israelíes han detenido a más de 2.000 personas en la
Cisjordania ocupada incrementando el uso de la tortura y otros malos
tratos y negando a quienes detienen y a las presas en cárceles
israelíes —6.800 personas— el acceso a visitas familiares y a ayuda
médica. Mientras escribimos esta declaración, 1,5 millones de habitantes
de Gaza, la mayoría refugiadas allí por agresiones israelíes
anteriores, han sido desplazadas de sus casas a medida que el bloqueo
israelí las priva de alimentos, agua, combustible y suministros médicos
básicos, y más de 10.000 han sido asesinadas en todo un mes de
bombardeos, 4.200 menores de edad, niñas y niños. Hoy, en un contexto
occidental de auge del fascismo, hacemos un llamamiento a la honestidad
sobre el pasado y el presente. Exigimos libertad y justicia para
Palestina.
En este momento crítico, debemos
utilizar todas nuestras herramientas culturales para detener el
exterminio de Palestina y sus gentes. Los crímenes del Estado de Israel
se apoyan en la destrucción progresiva de la memoria palestina, incluida
la destrucción de archivos de su historia, y en una ola creciente de
desinformación, la última de una larga campaña para normalizar los
asentamientos y la violencia israelíes y, finalmente, conseguir
adueñarse de todas las tierras palestinas. Quienes vivimos en países con
gobiernos aliados de Israel tenemos la obligación especial de
fortalecer el conocimiento público sobre la colonización de Palestina y
sus dramáticas consecuencias, y luchar contra el olvido premeditado, la
desinformación y la mentira.
Llamamos a:
– Informarse sobre el contexto histórico y las causas fundamentales de los acontecimientos actuales.
– Desconfiar de la supuesta neutralidad
informativa. Muchas fuentes de noticias se esfuerzan por presentar las
afirmaciones de cada «parte» sin una investigación o contexto
independiente, lo que permite propagar la desinformación y encubrir la
naturaleza de los acontecimientos actuales.
– Manifestarse contra la censura y
apoyar a quienes quieren silenciar por hablar con honestidad sobre la
situación en Palestina arriesgando sus profesiones y derechos.
– Que se defienda el derecho a la
información y, en coherencia, se restablezca el acceso a Internet en
Gaza, junto a todas las demás disposiciones humanitarias.
– Frenar la propaganda de guerra israelí
con el desarrollo de programas y actividades en cualquier ámbito
cultural y educativo o de enseñanza que incluyan voces palestinas y
corrijan narrativas distorsionadas.
– Respaldar la campaña Palestina
de «Boicot, desinversión y sanciones» (BDS) que busca presionar al
Gobierno israelí para que cumpla con los estándares de derecho
internacional, recomendaciones y resoluciones de organismos
internacionales como las Naciones Unidas.
– Participar en las movilizaciones de protesta y solidaridad con Palestina.
Exigimos:
– Que nuestro gobierno denuncie con
rotundidad las contravenciones israelíes del derecho internacional, las
persiga judicialmente por tratarse de crímenes de lesa humanidad, y en
coherencia, ponga fin al comercio de armamento con Israel. Solo en 2023,
el Reino de España ha comprado material militar a Israel por valor de
300 millones de euros, unido a otros 700 millones comprometidos en
adquisición de armamento para los próximos años.
– La entrada inmediata de ayuda humanitaria a Gaza, el cese de los ataques y el fin definitivo del asedio.
– El fin total y completo de la ocupación israelí y el respeto al derecho al retorno de todas las personas palestinas exiliadas.
La libertad en Palestina está
estrechamente vinculada a la lucha global contra el racismo y la
creciente islamofobia, estas fuerzas se interponen en el camino hacia la
liberación mundial. Como proyectos culturales que nos esforzamos por
fomentar el diálogo, el aprendizaje y el pensamiento crítico, derribar
estas barreras es nuestro mayor deseo. Necesitamos estrategias y
tácticas que funcionen a largo plazo, que puedan guiarnos en la acción
de forma efectiva. Desde esta perspectiva, nos comprometemos a difundir
voces de todas las procedencias que exigen una solución política y
noviolenta del conflicto, incluso cuando esta parece estar más lejos y
cuando desde los poderes estatales y los grandes medios de comunicación
siguen empeñados en hacernos creer que todo empezó el pasado 7
de octubre. Creemos que es posible analizar las causas y las
consecuencias de lo que está pasando sin asumir con resignación que la
violencia es la única solución posible. La ocupación y la guerra para
perpetuarla es un crimen contra la humanidad. ¡Del río al mar, Palestina
será libre!”.
lunes, 15 de enero de 2024
El 15 de enero de 2024,
cuarenta días después de que el poeta, editor y educador palestino
Refaat Alareer muriera bajo los bombardeos israelíes, convocamos un Día
Mundial de Acción, seguido de una semana de actos, en los que leeremos
su poesía en público y nos negaremos a seguir como hasta ahora,
exigiendo el fin del genocidio y la Ocupación. A finales de noviembre y
principios de diciembre, durante la Semana Leer Palestina, Editores por
Palestina hizo un llamamiento a la gente de todo el mundo para que
leyera obras sobre Palestina y de escritorxs palestinxs. Ahora, pedimos a
todo el mundo que salga a la calle y haga de la lectura un acto de
protesta.
El 15 de enero, lectorxs de
todo el mundo rendirán homenaje a la vida, obra y resistencia de Refaat
Alareer (1979-2023) y otrxs escritorxs palestinxs silenciadxs y
asesinados por Israel. Cuarenta días después de la muerte de Refaat,
personas de todo el mundo recitarán en público uno de sus poemas. La
lectura puede ser en tu lugar de trabajo, en tu colegio, en el centro
comercial, en el autobús o en la calle. Lee en grupo o en manifestación.
Interrumpe la actividad habitual. Graba y comparte tu lectura en las
redes sociales. Amplifica las voces palestinas mientras trabajamos para
acabar con el genocidio, poner fin a la Ocupación y liberar Palestina.
Niégate a que te silencien. #LeePorRefaat, #LeePalestina, #LeeYResiste,
#LetItBeATale, #librosconpalestina y #libroscontralaguerra
¿Quién era Refaat Alareer?
Refaat Alareer (1979-2023) fue
un poeta, profesor y activista palestino que murió en un bombardeo
israelí el 6 diciembre de 2023. Su poema «Si he de morir» se ha
traducido a decenas de idiomas y se ha leído en todo el mundo para
conmemorar su vida y su memoria y como acto de indignación y resistencia
contra el intento de extinguir la vida palestina. Su poesía y su amor
por el lenguaje nos imploran que sigamos luchando por una Palestina
libre.
En este video se recoge una selección de las fotos que ilustran el libro de Teresa Aranguren, Sandra Barrilaro, Johnny Mansour y Bichara Khader, prologado por Pedro Martínez Montávez, de quien extraemos las siguientes consideraciones:
Estos seres humanos que nos contemplan fijamente —más fijamente que nosotros a ellos— habitaban un país no extenso —poco más de 20.000 kilómetros cuadrados— en donde vivían —sí, "vivían", en toda la acepción del concepto— alrededor de un millón de habitantes. No menciono estas cifras aproximadas con intención cuantitativa y comparatista, sino justamente con el propósito contrario: cualitativo y fundamental. Y nos preguntamos: ¿cómo esa población, más bien limitada en número y en espacio, resultaba tan sorprendentemente variada, diversa, rica y plural en sus manifestaciones, en sus comportamientos, en sus hábitos de vida, en su vestuario, en sus costumbres, en sus múltiples maneras de existir, de sufrir y de gozar? ... ¿No merecían estas gentes seguir viviendo —eso sí, "viviendo"— como estas imágenes demuestran que vivían? Esta es quizá la pregunta principal, la más dura e incisiva, que nos hacen esos ojos que nos miran fijamente, que no dejan de mirarnos, que seguirán mirándonos hasta cuando hayamos pasado todas las páginas de este libro.
Por su parte, Teresa Aranguren aporta algunas claves para comprender la destrucción de esa Palestina en la que "vivían —sí, vivían en toda la acepción del concepto— sus habitantes" a la que se refería el profesor Montávez:
Fue a finales del siglo xix y sin que los habitantes de la zona tuvieran conocimiento de que sus vidas y su destino colectivo habían adquirido carácter problemático cuando Palestina se convirtió en «La cuestión palestina». El proyecto sionista que comenzó a gestarse en despachos y cancillerías europeas, no solo dibujaba un futuro insospechado entonces para la población árabe de Palestina sino que tenía también que desdibujar su pasado hasta convertirlo en mero preámbulo del futuro Estado judío. Los primeros colonos del movimiento sionista llegaron a tierra palestina en la década de 1880 cuando la región aún estaba bajo dominio otomano. Se instalaron en la fértil llanura costera al norte de Yafa, en tierras adquiridas por el barón Edmond Rothschild, figura clave en la financiación y promoción del movimiento. Gran parte de esas compras se hicieron aprovechando la legislación de la tierra de 1876 que permitió a la Administración otomana y a algunos grandes terratenientes que residían en Estambul o en Beirut, hacer provechosos negocios, quedándose con las tierras de notables palestinos que no podían pagar los abusivos impuestos del Imperio para revenderlas después a los altísimos precios que Rothschild y la Palestine Jewish Colonization Asociation (pica) estaban dispuestos a pagar. En esa época la llegada de europeos para instalarse en Tierra Santa no era un fenómeno extraño. Desde mediados de siglo grupos de devotos cristianos y judíos habían emigrado a Palestina atraídos por su reclamo religioso. Las colonias alemanas de la Sociedad de los Templarios que se establecieron en Haifa, Yafa, Jerusalén y otras localidades de la zona o la que un grupo de familias suecas y norteamericanas fundó en un hermoso edificio de Jerusalén —el actual hotel American Colony—, son algunos ejemplos de la huella que aquel flujo de piadosos emigrantes dejó en la zona.
Palestina no estaba ni mucho menos cerrada al contacto con los extranjeros. No era una sociedad hostil, ni religiosamente fanática, cuando los primeros colonos del movimiento sionista llegaron allá. Y contrariamente a lo que una eficaz propaganda difundió y sigue difundiendo, la tierra en la que se asentaron ni estaba vacía ni era para nada un desierto. He aquí la descripción que dos viajeros españoles, José María Fernández Sánchez y Francisco Freire Ferreiro, hacen de la región de Yafa en 1875:
Existen extensos bosques de granados, naranjos, limoneros, manzanos, cañas de azúcar y palmeras. Sus preciosos jardines tienen gran variedad de plantas, huertos con toda clase de legumbres y hortalizas, regados todos con agua sacada de multitud de norias. La naturaleza es prodigiosa… Posee unos extraordinarios jardines que posiblemente dan las primeras naranjas del mundo… Son los mejores naranjales del mundo.
En 1891, el escritor judío ruso Asher Ginsberg, que solía firmar con el seudónimo de Ehad Ha’am, tras realizar un viaje a Palestina escribe:
Tenemos la costumbre de creer, los que vivimos fuera de Israel, que allí la tierra es ahora casi completamente desértica, árida y sin cultivar y que cualquiera que quiera adquirir tierras allí puede hacerlo sin ningún inconveniente. Pero la verdad es muy otra. En todo el país es difícil encontrar campos cultivables que no estén ya cultivados, solo los campos de arena o las montañas de piedras que no sirven para plantaciones permanecen sin cultivar.
Palestina no era un desierto esperando la llegada de colonos extranjeros que lo hicieran florecer. Como en otras regiones de la cuenca mediterránea, había zonas desérticas y zonas de cultivo, algunas muy fértiles y laboriosamente cultivadas por campesinos asentados allí desde generaciones. El desierto por lo demás sigue siendo desierto.
El 9 de diciembre de 1917, tras la rendición de las tropas turcas, el ejército británico, al mando del general Allenby, entró en Jerusalén. Palestina quedó bajo control militar británico hasta que en julio de 1922 la Sociedad de Naciones estableció el Mandato británico sobre Palestina, que incluía el compromiso de la potencia mandataria con la Declaración Balfour, es decir, con la creación de un Hogar Nacional Judío en Palestina.
En esa época, según el censo realizado por la Administración británica en 1921, la población de Palestina era de 762000 habitantes, de los cuales el 76,9% eran musulmanes, el 11,6% cristianos, el 10,6% judíos y el 0,9% de otras confesiones. En cuanto a la propiedad de la tierra, solo el 2,4% de la superficie total del país estaba en manos del movimiento sionista.
Aunque la sintonía de la Administración británica con los objetivos del sionismo era evidente, los dirigentes y en general la élite cultural de la sociedad palestina aún confiaban en poder convencer al Gobierno de Londres para que atendiese sus reclamaciones y cesase su política de colaboración con los sionistas. Se organizaron comités, comisiones y delegaciones que viajaron a Inglaterra una y otra vez para exponer sus argumentos, dar cuenta del malestar de la población y alertar de los peligros de un estallido de violencia. En carta enviada en 1921 al entonces secretario para Asuntos Coloniales, Sir Winston Churchill, la delegación árabe describía así la situación:
El grave y creciente malestar entre la población palestina proviene de su convicción absoluta de que la actual política del Gobierno británico se propone expulsarlos de su país con el fin de convertirlo en un Estado nacional para los inmigrantes judíos… La Declaración Balfour fue hecha sin consultarnos y no podemos aceptar que ella decida nuestro destino…
El estallido se produjo en agosto de 1929; tras una manifestación de judíos que culminó izando la bandera sionista en el Muro de las Lamentaciones, los musulmanes de Jerusalén se lanzaron a la calle, las protestas se extendieron a todo el territorio y degeneraron en asaltos a los barrios judíos de Hebrón, Safad, Tel Aviv… Durante los disturbios murieron 133 judíos y 116 árabes. Hubo casi mil detenidos y veintiséis (25 árabes y 1 judío) condenados a muerte.
* * * * * * * * La Gran Revuelta * * * * * * * *
La agitación antibritánica y antisionista alcanzaba a todos los sectores de la sociedad palestina. También las mujeres se movilizaron, el Primer Congreso de las Mujeres Árabes de Palestina tuvo lugar en 1932, y en los años siguientes delegaciones de mujeres musulmanas y cristianas se entrevistaron con las autoridades del Mandato y viajaron a Londres para presentar las demandas del movimiento nacional. A mediados de la década de los años treinta, el clima era ya de rebelión total. En mayo de 1936, el Alto Comité Árabe que presidía Haj Amin Al Husseini lanzó un llamamiento a la desobediencia civil y convocó huelga general en todo el territorio. Comenzaba la gran revuelta palestina, la primera Intifada. La huelga, que paralizó toda la actividad económica y comercial del país, duró seis meses. La revuelta duró tres años. La represión británica dejó un saldo brutal: más de 1000 palestinos muertos, 2500 detenidos, 54 condenados a la horca… Pero parecía que se había conseguido algún logro político. En mayo de 1939, el Gobierno británico publicó el Libro Blanco en el que anunciaba restricciones a la inmigración judía y el compromiso de conceder la independencia a Palestina en un plazo de diez años. Para el movimiento sionista, este giro de la política británica ponía en grave riesgo su proyecto de Estado judío.
Pese a que la inmigración y la adquisición de tierras se habían acelerado notablemente en las últimos años, los dirigentes sionistas eran muy conscientes de que no conseguirían más tierras ni su objetivo de convertirse en «mayoría» si no era por medio de la fuerza. El director del Fondo Nacional Judio, Josef Weitz, lo expresaba claramente en 1940:
La empresa sionista ha hecho un buen trabajo con la adquisición de tierras. Pero así nunca conseguiremos contar con un Estado. El Estado se nos tiene que dar de una sola vez como la salvación —¿no es ése el secreto de la idea mesiánica?—. No existe otra forma de desplazar a los árabes, a todos los árabes. Quizás con la sola excepción de Belén, Nazaret y la ciudad vieja de Jerusalén, no debemos dejar ni un solo poblado, ni una sola tribu.
Entretanto, en Europa se libraba la guerra más atroz, e Inglaterra y los países aliados dedicaban todas sus energías a la lucha contra la Alemania nazi. El destino de la población de Palestina era la última de las preocupaciones del Gobierno británico. Las promesas reflejadas en el Libro Blanco no iban a cumplirse nunca. Tras la presentación del Libro Blanco, que en cierta medida atendía algunas de las demandas palestinas, los sectores más extremistas del sionismo se declararon en guerra contra las autoridades del Mandato y desencadenaron una oleada de acciones terroristas. En julio de 1946 el grupo armado sionista, Irgun Zvai Leumi, llevó a cabo la voladura del hotel King David, sede de la Administración británica, 91 funcionarios murieron en el atentado. Seis meses después Gran Bretaña renunció al Mandato sobre Palestina y delegó sus responsabilidades en Naciones Unidas.
En noviembre de 1947 la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la resolución de partición de Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío. Gran Bretaña se abstuvo en la votación. El plan otorgaba el 57% del territorio al futuro Estado judío y un 43% al Estado árabe. La población de Palestina en ese momento era de 1972000 habitantes de los cuales 608000, una tercera parte, eran judíos. El 47,7% de las tierras eran propiedad árabe, un 6,6% propiedad judía, el 46% restante eran tierras comunales y públicas. El Estado judío no sería posible si no se vaciaba el territorio de su población árabe.
Jeremy Corbyn, al recibir una copia de la edición inglesa de Contra el olvido. Una memoria fotográfica de Palestina antes de la Nakba:
«No
dejaré de hablar en nombre de los palestinos oprimidos y espero que
publicaciones como ésta contribuyan en gran medida a promover su causa».
Libros con Palestina: declaración en solidaridad con Gaza, 2023
Una tormenta de fuego y odio castiga a Palestina. Miles y miles de personas pierden todos los días en Gaza sus hogares, escuelas, hospitales... sus vidas. Un inmenso dolor se añade al de siempre, el que comenzó hace 75 años con la expulsión en masa de un millón de habitantes para crear por la fuerza militar el Estado de Israel en 1948. No es solo una guerra, es pura limpieza étnica, es un genocidio.
En "Libros contra la Guerra", una red de librerías y editoriales puestas en pie contra las guerras que reune a una multitud de proyectos culturales comprometidos con la desmilitarización social, la justicia y la veracidad, nos negamos a ser parte del encubrimiento sistemático de décadas de colonización israelí que ha arrastrado a Palestina a una desgracia infinita. Hoy presenciamos un nuevo capítulo de la "Nakba", de la catástrofe, con las fuerzas de ocupación israelíes cometiendo ataques aéreos mortíferos en la Franja de Gaza, intensificando su bloqueo ilegal que dura ya 16 años, cortando el suministro de agua, combustible y otros bienes esenciales. Además, las fuerzas israelíes han detenido a más de 2.000 personas en la Cisjordania ocupada incrementando el uso de la tortura y otros malos tratos y negando a quienes detienen y a las presas en cárceles israelíes —6.800 personas— el acceso a visitas familiares y a ayuda médica. Mientras escribimos esta declaración, 1,5 millones de habitantes de Gaza, la mayoría refugiadas allí por agresiones israelíes anteriores, han sido desplazadas de sus casas a medida que el bloqueo israelí las priva de alimentos, agua, combustible y suministros médicos básicos, y más de 10.000 han sido asesinadas en todo un mes de bombardeos, 4.200 menores de edad, niñas y niños. Hoy, en un contexto occidental de auge del fascismo, hacemos un llamamiento a la honestidad sobre el pasado y el presente. Exigimos libertad y justicia para Palestina.
En este momento crítico, debemos utilizar todas nuestras herramientas culturales para detener el exterminio de Palestina y sus gentes. Los crímenes del Estado de Israel se apoyan en la destrucción progresiva de la memoria palestina, incluida la destrucción de archivos de su historia, y en una ola creciente de desinformación, la última de una larga campaña para normalizar los asentamientos y la violencia israelíes y, finalmente, conseguir adueñarse de todas las tierras palestinas. Quienes vivimos en países con gobiernos aliados de Israel tenemos la obligación especial de fortalecer el conocimiento público sobre la colonización de Palestina y sus dramáticas consecuencias, y luchar contra el olvido premeditado, la desinformación y la mentira.
Llamamos a: - Informarse sobre el contexto histórico y las causas fundamentales de los acontecimientos actuales. - Desconfiar de la supuesta neutralidad informativa. Muchas fuentes de noticias se esfuerzan por presentar las afirmaciones de cada «parte» sin una investigación o contexto independiente, lo que permite propagar la desinformación y encubrir la naturaleza de los acontecimientos actuales. - Manifestarse contra la censura y apoyar a quienes quieren silenciar por hablar con honestidad sobre la situación en Palestina arriesgando sus profesiones y derechos. - Que se defienda el derecho a la información y, en coherencia, se restablezca el acceso a Internet en Gaza, junto a todas las demás disposiciones humanitarias. - Frenar la propaganda de guerra israelí con el desarrollo de programas y actividades en cualquier ámbito cultural y educativo o de enseñanza que incluyan voces palestinas y corrijan narrativas distorsionadas. - Respaldar la campaña Palestina de «Boicot, desinversión y sanciones» (BDS) que busca presionar al Gobierno israelí para que cumpla con los estándares de derecho internacional, recomendaciones y resoluciones de organismos internacionales como las Naciones Unidas. - Participar en las movilizaciones de protesta y solidaridad con Palestina.
Exigimos: - Que nuestro gobierno denuncie con rotundidad las contravenciones israelíes del derecho internacional, las persiga judicialmente por tratarse de crímenes de lesa humanidad, y en coherencia, ponga fin al comercio de armamento con Israel. Solo en 2023, el Reino de España ha comprado material militar a Israel por valor de 300 millones de euros, unido a otros 700 millones comprometidos en adquisición de armamento para los próximos años. - La entrada inmediata de ayuda humanitaria a Gaza, el cese de los ataques y el fin definitivo del asedio. - El fin total y completo de la ocupación israelí y el respeto al derecho al retorno de todas las personas palestinas exiliadas.
La libertad en Palestina está estrechamente vinculada a la lucha global contra el racismo y la creciente islamofobia, estas fuerzas se interponen en el camino hacia la liberación mundial. Como proyectos culturales que nos esforzamos por fomentar el diálogo, el aprendizaje y el pensamiento crítico, derribar estas barreras es nuestro mayor deseo. Necesitamos estrategias y tácticas que funcionen a largo plazo, que puedan guiarnos en la acción de forma efectiva. Desde esta perspectiva, nos comprometemos a difundir voces de todas las procedencias que exigen una solución política y noviolenta del conflicto, incluso cuando esta parece estar más lejos y cuando desde los poderes estatales y los grandes medios de comunicación siguen empeñados en hacernos creer que todo empezó el pasado 7 de octubre. Creemos que es posible analizar las causas y las consecuencias de lo que está pasando sin asumir con resignación que la violencia es la única solución posible. La ocupación y la guerra para perpetuarla es un crimen contra la humanidad. ¡Del río al mar, Palestina será libre!".
11 de noviembre de 2023
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NOTA: Adjuntamos la imagen que usaremos a modo de símbolo de esta campaña cultural. Se trata de una adaptación realizada para la ocasión de Handala, el personaje icónico del dibujante palestino Naji al Ali (1938-1987), asesinado de un disparo en el rostro en Londres donde vivía exiliado. Handala representa a un niño refugiado palestino, empobrecido y descalzo, que nos da la espalda mientras es testigo de la ocupación y de la violencia israelí. Handala es una representación simbólica de quien lo creó y de quienes sufren lo mismo, nació con diez años y siempre tendrá diez años. Esa es la edad que su autor tenía cuando salió a la fuerza de Palestina y sólo crecerá cuando regrese a su tierra. Las normas de la naturaleza no se cumplen en Handala, porque su vida sólo será natural cuando pueda volver a su hogar. Su nombre proviene de Al Handal, el nombre árabe de una planta de raíces tan profundas que siempre vuelve a crecer aunque la arranquen y que da un fruto tan amargo que ni los animales más hambrientos del desierto lo comen, encarna la amargura, la resistencia y la dignidad.
“Lo peor es no estar con los tuyos y escuchar que están bombardeando el barrio y que tu casa familiar ha sido destruida y que alguien muy cercano a ti figura entre los heridos o los muertos”.
“Esta maldita guerra terminará y nuestra casa no volverá a nosotros y nosotros no volveremos a casa. Las fuerzas de ocupación israelíes la han bombardeado y la han destruido por completo. Esto no significa en absoluto que la casa ya no sea el espacio para nuestros sueños, nuestro amor, nuestra amistad, nuestros gritos, nuestro miedo, nuestro aburrimiento, nuestra ansiedad, nuestras canciones, nuestras mochilas de la escuela, nuestras ideas, nuestras risas, nuestras conversaciones y nuestras diferencias. La casa seguirá siendo el lugar que acoge todo lo que sentimos y pensamos. Quien construyó esta casa construirá otras una y otra vez. Somos tan duraderos como lo ha sido el olivo durante miles de años, sobreviviendo hasta nuestro último aliento. Pese a todo lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir, nunca nos rendiremos, seguiremos aquí firmes en nuestra tierra, renaceremos de los escombros como el ave Fénix, permaneceremos aquí como el olivo con sus raíces en la tierra y sus ramas acariciando el cielo…”.
Este texto lo escribe Muhammad Salha, amigo de mi hijo David, quien todas las mañanas le envía un WhatsApp para saber si sigue vivo. Casi siempre contesta con un escueto “aún vivos” pero, de vez en cuando, envía un texto como el que encabeza este artículo, es su modo de romper el cerco que los mantiene incomunicados y aislados del mundo y es también un mensaje de resistencia. A veces tarda varios días en contestar al WhatsApp de David y entonces la duda es si su silencio se debe a falta de batería para el móvil o de aliento para seguir respirando.
Muhammad Salha ha cumplido ya los 40 años, está casado, tiene cinco hijos, los dos mayores de un anterior matrimonio, los otros tres del actual. Desde que comenzaron los bombardeos ha perdido a 12 familiares y a casi todas sus amistades, entre ellas su exesposa con quien mantenía una relación muy estrecha. Es un amante del teatro y de toda actividad artística, una especie de promotor cultural que, en 2014, tras los bombardeos israelíes de aquel verano (más de 2.500 muertos, un tercio de ellos niños) organizó, en colaboración con una oenegé de Cataluña, una gira de payasos, entre ellos mi hijo, por la devastada ciudad de Gaza. De aquella gira proviene su amistad. La casa de Muhammad, construida, según sus palabras, a la medida de sus sueños y su amor, estaba en un barrio de clase media de la ciudad de Gaza, pero, tras el inicio de los bombardeos, decidieron abandonarla y trasladarse a la vivienda de unos parientes en una zona que parecía un poco más segura, si es que el término “segura” tiene algún sentido ahora en Gaza. Dos días después de su traslado, la casa fue bombardeada.
Entonces escribió ese texto que envió por WhatsApp a David y cuya última frase es toda una declaración de vida, de amor a la vida. Y a la tierra. “Cuando todo esto pase, nos quedaremos aquí hasta que el dolor desaparezca, viviremos aquí y la música será dulce”.
Como ya no hay trabajo que no sea el de sobrevivir o ayudar a que otras personas sobrevivan, Muhammad acude todos los días al hospital Shifa, el más importante de Gaza, para ayudar al exhausto personal sanitario que, sin apenas medicamentos ni material sanitario, trata de hacerse cargo no solo de las personas enfermas y heridas sino de las más de 12.000 desplazadas que han buscado refugio en las inmediaciones del centro hospitalario, con la vana esperanza de que las bombas respeten ese lugar destinado a paliar el dolor y combatir a la muerte. En realidad, el hospital Shifa y todos los hospitales de la zona norte y de la ciudad de Gaza están amenazados por el Ejército israelí. La orden es “evacuad el hospital y marchad todos hacia el sur, si no lo hacéis, moriréis porque vamos a bombardear el edificio”. El método se parece demasiado al que en 1948 emplearon las milicias armadas del movimiento sionista para expulsar a la población palestina de sus tierras. La fórmula, tal como lo han explicado en más de una ocasión militares israelíes que participaron en aquellas operaciones, consistía en rodear una localidad y lanzar con altavoces este mensaje: “Abandonad vuestras casas inmediatamente, tenéis dos horas para salir del pueblo, si no os pasará lo mismo que a los de Deir Yassin”*. 75 años después, la historia se repite.
Veo en las noticias la imagen atroz de hombres escarbando la tierra con las manos y sacando de entre los escombros cuerpos ensangrentados de niños y niñas. Uno de esos hombres con el rostro casi blanco por el polvo grita a cámara: “Mi abuelo ya vivió esto mismo, pero ahora no nos iremos, aunque nos maten a todos, no nos iremos”.
Lo que el Ejército israelí está llevando a cabo en Gaza no es una operación para acabar con Hamas, al menos no es ese su único ni siquiera su principal objetivo; la estrategia de exterminio y terror que el Ejército israelí está llevando a cabo en Gaza tiene como objetivo “vaciar” de población palestina la mitad norte de la Franja y anexionarse el territorio. Si nadie lo impide y no parece que nadie vaya a impedirlo, Gaza será reducida a escombros y de la noche a la mañana cerca de un millón de personas se convertirán en refugiadas. Porque ahora, como entonces, Israel no permitirá que regresen a sus hogares. Y ahora, como entonces, el crimen de lesa humanidad de la limpieza étnica quedará impune.
Wafaa Abu Hajjaj tiene 33 años, está soltera y es periodista freelance. Vive en la ciudad de Gaza, cerca del hospital Shifa, el más importante de la Franja y ha decido quedarse allí, haciendo su trabajo de periodista. “Quiero recopilar los testimonios de la gente que ha venido hasta aquí buscando un lugar más seguro. Hay miles de personas instaladas en las cercanías del hospital, muchas ya no tienen un hogar donde refugiarse porque sus casas han sido destruidas por las bombas, otras han llegado trayendo varios familiares heridos… Desde que un portavoz del Ejército israelí anunció que el hospital era objetivo militar y que tenía que ser evacuado y que toda esta gente tenía que ir hacia el sur, sabemos que en cualquier momento pueden bombardearnos, pero nos quedamos aquí… Vamos a continuar informando, ese es nuestro mensaje, pase lo que pase voy a seguir filmando, pese a los continuos apagones, las desconexiones de internet y de la telefonía, voy a seguir filmando y enviando al mundo las escenas que muestran los crímenes de la ocupación, voy a seguir contando al mundo lo que está pasando…”, cuenta.
Desde el inicio de la ofensiva israelí en Gaza, 34 periodistas de Palestina han muerto por disparos o bombas del Ejército israelí. No hay prensa occidental en el interior de la Franja, Israel impide la entrada de periodistas. No es algo excepcional, cerrar el paso de los medios de comunicación a la zona donde va a realizar una operación militar es práctica habitual del Ejército israelí. Y no ocurre solo en la bloqueada Gaza.
En el año 2002 durante una operación militar que Israel denominó “cinturón defensivo”, casi todas las ciudades de Cisjordania, Ramalla, Nablus, Tulkaren, Jenín, Belén, permanecieron durante semanas ocupadas por el Ejército israelí, sometidas a toque de queda y totalmente aisladas del mundo. Ni Cruz Roja, ni organizaciones humanitarias, ni representantes de Naciones Unidas, ni cuerpo diplomático ni por supuesto los medios de comunicación pudieron entrar. La única forma de saber lo que ocurría era hablar por el móvil con alguien de dentro de la ciudad. Así supimos que gran parte del campo de refugiados de Jenín estaba reducido a escombros y que había heridos desangrándose en las calles que nadie podía socorrer porque francotiradores del Ejército disparaban a todo el que salía de casa. Pero los móviles de entonces servían para hablar y poco más, no tenían cámaras para filmar lo que estaba pasando, así que de aquella operación atroz en Cisjordania no hay imágenes. Y aunque las investigaciones de organismos como Human Rights Watch dieron cuenta de graves crímenes de guerra cometidos por el Ejército israelí, nada de aquello se vio. La imagen de una joven enfermera muerta junto al cuerpo del herido al que intentó socorrer o la del anciano en silla de ruedas que enarbolaba una banderita blanca y cuyo cadáver tiroteado fue aplastado después por un tanque israelí no recorrieron las redacciones de los medios y no conmovieron a la opinión pública porque esas imágenes no existen, existe el testimonio y el relato, pero no la imagen del crimen. Por cierto, en Cisjordania no actuaba Hamás.
“Lo peor es no estar con los tuyos y escuchar que están bombardeando el barrio y que tu casa familiar ha sido destruida y que alguien muy cercano a ti figura entre los heridos o los muertos”, escribe Wafaa Abu Hajjaj en el último mensaje recibido, poco antes de que las conexiones a internet y la telefonía móvil fueran bloqueadas por Israel durante varios días.
Entre el 7 de octubre y el 5 de noviembre, más de 10.000 personas han sido asesinadas y más de 22.911 han resultado heridas, según datos Según el Ministerio de Salud Palestino. A esta cifra se suman las 2.000 personas reportadas como desaparecidas, presumiblemente bajo los escombros de edificios destruidos, entre ellas 1.100 niños y niñas. La UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los y las refugiadas palestinas) informa de 690.000 personas desplazadas que han buscado refugio en 149 instalaciones de UNRWA en toda la Franja, de ellas unas 160.000 se alojan en 57 edificios de UNRWA en el norte y en ciudad de Gaza, donde el Ejército israelí prohíbe la llegada de ninguno de los pocos camiones que entran por el paso de Rafah, fronterizo con Egipto. La agencia advierte que ya no puede prestar servicio a las personas refugiadas en esa zona. Israel impide la entrada de combustible indispensable para el funcionamiento de los hospitales y las desaladoras de agua. Hace varios días que no llega ningún mensaje de Muhammad. Tras el gran apagón informativo por la desconexión de internet y la telefonía móvil, las comunicaciones se han restablecido con dificultades. Quiero creer que esa es la razón de su silencio.
Este es su último mensaje: “Durante un momento perdí mi humanidad y empecé a pensar en tomar venganza y deseé matar a aquellos que nos están haciendo esto porque mis sentimientos están confusos y no puedo controlar mis emociones. Pero prefiero seguir siendo Muhammad, el ser humano, Muhammad el que rechaza la violencia, Muhammad el padre cariñoso, el amigo fiel, el compañero divertido. Soy un ser humano y seguiré siendo un ser humano”.
La estrategia de exterminio sigue adelante ante los ojos del mundo. Quizás dentro de diez o veinte años, muchos se pregunten ¿cómo fue posible aquello?, ¿cómo lo consintieron?, ¿cómo nadie paró el genocidio?
Y no podremos decir, como en otro tiempo se dijo en Europa, que no sabíamos.
Bibliotecarios y archiveros con Palestina: Declaración sobre Gaza 2023
Estamos siendo testigos de un genocidio en Palestina. 75 años después de la Nakba, la expulsión masiva de casi un millón de palestinos de sus hogares para crear el Estado de Israel en 1948.
Como grupo de libreros, bibliotecarios, archiveros y otros trabajadores de la información comprometidos con la justicia en Palestina, hemos trabajado para comprender cómo se ha distorsionado la historia para encubrir décadas de colonización israelí. Visitamos los restos de la aldea norteña de Saffourieh, una de los cientos de aldeas arrasadas para destruir la memoria de sus habitantes. Escuchamos a nuestros colegas palestinos hablar sobre la destrucción de sus archivos y su lucha por preservar los documentos comunitarios que conectan a los palestinos con su tierra. Hoy somos testigos de un nuevo capítulo de la Nakba, cuando las fuerzas de ocupación israelíes llevan a cabo ataques aéreos en la Franja de Gaza y ahora también en Cisjordania. En el momento de escribir este artículo, 1,5 millones de residentes de Gaza, la mayoría de los cuales son refugiados de agresiones israelíes anteriores, han sido desplazados de sus hogares a medida que el bloqueo los priva de alimentos, agua, combustible y suministros médicos esenciales. Hoy hacemos un llamamiento a la honestidad sobre el pasado y el presente. Por encima de todo, pedimos libertad y justicia para los palestinos.
La lucha inquebrantable del pueblo palestino por la libertad está respaldada por la memoria colectiva palestina que décadas de exilio y represión no han logrado erradicar. Este recuerdo se conserva en las llaves de las casas que todavía llevan al cuello, en historias orales y archivos familiares, en las obras de artistas y escritores, y en los llamamientos de los refugiados que resuenan hoy en todo el mundo. Junto a todos aquellos que preservan y honran esta historia, ofrecemos especial solidaridad a nuestros colegas bibliotecarios y archiveros en Palestina.
En este momento crítico, debemos utilizar nuestras herramientas como trabajadores de la información. El apoyo a las actuales acciones de Israel se basa en una creciente ola de desinformación, la última de una larga campaña para normalizar los asentamientos y la violencia israelíes. Aquellos de nosotros que vivimos en países que apoyan a Israel tenemos la obligación especial de fortalecer nuestro conocimiento de los medios de comunicación y combatir la desinformación.
Hacemos un llamamiento a todos a tomar las siguientes medidas:
Informarse sobre el contexto histórico y las causas fundamentales de los acontecimientos actuales para que vuestras acciones y palabras estén bien documentadas.
Desconfiar del “sesgo de neutralidad”. Muchas fuentes de noticias se esfuerzan por presentar las afirmaciones de cada “parte” sin una investigación o contexto independiente, lo que permite propagar la desinformación y encubrir la naturaleza de los acontecimientos actuales.
Manifestarse contra la censura y apoyar a los académicos, activistas y periodistas que han hablado sin tapujos sobre la situación en Palestina y arriesgan pérdidas profesionales y maniobras para silenciar sus voces.
Mantener estas difíciles conversaciones con vuestra comunidad y denunciar el trato que Israel da a los palestinos.
Recomendamos Descolonizar Palestina como un punto de partida accesible para aprender más sobre Palestina. Los bibliotecarios y archiveros de Palestina han desarrollado una lista de recursos para fuentes de información y estudios adicionales.
Finalmente, afirmamos que la libertad en Palestina está estrechamente vinculada a la lucha global contra el racismo y el imperialismo. Estas fuerzas se interponen entre nosotros y un mundo en el que todas las personas puedan intercambiar información e ideas. Como trabajadores de la información que nos esforzamos por fomentar el diálogo y el aprendizaje, derribar estas barreras es nuestro mayor deseo. Desde esta perspectiva, apoyamos firmemente el derecho de todas las personas a resistir la opresión.
En apoyo a nuestros colegas en Palestina, en apoyo al pueblo palestino y en apoyo de la justicia para todos, formulamos las siguientes demandas:
Exigimos que se defienda el derecho a la información como un componente esencial de la libertad humana y pedimos a los grupos de derechos humanos y agencias gubernamentales que presionen para restablecer el acceso a Internet en Gaza, junto con otras disposiciones humanitarias.
Instamos a la comunidad internacional de trabajadores de la información a que respalden el llamamiento palestino al boicot, la desinversión y las sanciones (BDS) y que los trabajadores estadounidenses conozcan los intentos de legislar contra el BDS, que constituyen serias amenazas a los derechos de la Primera Enmienda.
Hacemos un llamamiento a todos los trabajadores de la información para que se informen sobre la propaganda de guerra israelí y se esfuercen en combatirla mediante acciones como el desarrollo de colecciones, programación pública y enseñanza universitaria que incluyan voces palestinas y corrijan narrativas distorsionadas.
Insistimos en que nuestros gobiernos pongan fin a la ayuda militar a Israel, al encubrimiento diplomático de las contravenciones israelíes del derecho internacional y a todas las demás formas de apoyo a la ocupación de tierras palestinas.
Exigimos la entrada inmediata de ayuda humanitaria a Gaza, el cese de los ataques y el fin definitivo del asedio.
Exigimos el fin total y completo de la ocupación israelí y el respeto al derecho al retorno de todos los palestinos.
Sólo aplicando estas condiciones se podrá lograr una paz justa y duradera.
Apoyo:
Asociación de bibliotecas abolicionistas
Biblioteca gratuita Tamarack (Oakland, CA)
Bibliotecarios y Archiveros con Palestina (LAP) es una red de bibliotecarios, archiveros y trabajadores de la información que se solidarizan con la lucha palestina por la autodeterminación. Nuestra red está formada por miembros individuales, un comité directivo y un consejo asesor. Cualquier bibliotecario, archivero o trabajador de la información que acepte nuestros principios puede unirse a la red y luego tendrá la oportunidad de unirse a grupos de trabajo y ayudar con diversos proyectos a corto plazo y en curso. Nuestro comité asesor palestino incluye bibliotecarios, archiveros, trabajadores de la información y activistas que trabajan en bibliotecas públicas, bibliotecas universitarias, archivos, museos y ONG que trabajan en temas que van desde los derechos de los prisioneros hasta la preservación de la memoria cultural.
La
operación militar de Hamás de la resistencia palestina ha provocado
la habitual oleada de declaraciones. Casi todos los gobiernos
occidentales se han apresurado a «declarar su solidaridad con Israel
por la cobarde agresión terrorista» (bloque estadounidense, es
decir, UE y Commonwealth) o, por el contrario, a «expresar su apoyo
al pueblo palestino por su iniciativa de resistir al invasor»
(países árabes, islámicos, la mayor parte del Sur global).
Cabe
reseñar que la actitud mecánica de tomar partido y apoyar lo que
sea necesario, con insoportable talante «solucionista», sobre todo
en países tan acostumbrados a dar lecciones, como los europeos, es
precisamente lo que ha sostenido durante décadas esta interminable
carnicería. Se trata de una actitud descaradamente irresponsable y
cobarde.
Desde
sus orígenes, el estado de las relaciones entre el sionismo y luego
el Estado israelí y los palestinos en los territorios ocupados es de
tal desequilibrio de fuerzas que el conflicto no puede definirse como
un enfrentamiento, sino sólo como una dominación estructural de
naturaleza colonial salpicada de episodios insurgentes. Una opresión
puramente ejemplar, sin límites ni reparos, en un crescendo de
abusos y atropellos. Con un retraso de 75 años, hoy se termina
admitiendo que la situación es propia del apartheid.
Más
allá de la espiral del lenguaje bipolar de las instituciones
políticas y los medios de comunicación occidentales, se nos pide
que condenemos el terrorismo, pero no que intentemos comprender sus
causas. El Estado de Israel,
como desahogo de los sentimientos de culpa de las potencias europeas,
como supuesta reparación por la Shoah y como expresión de
colonialismo occidental, plantea cuestiones mucho más profundas de
las que las etiquetas del terrorismo y la guerra en Oriente Medio
puedan indicar.
La
única perspectiva de resolución de este conflicto es la justicia.
No todo se resuelve con uno o dos estados. Lo racional y moral sería
un solo estado donde todos vivieran con los mismos derechos. Otra
opción, hoy igual de difícil de materializar sería la coexistencia
de dos Estados soberanos. Aun con esto no se resuelve el llamado
conflicto, queda la cuestión de los refugiados y la discriminación
contra la minoría palestina en Israel.
Debemos
oponernos a la tendencia ya crónica al olvido y a la mentira de las
clases dirigentes europeas, que tienen tanto el interés como la
credibilidad potencial para mediar en este conflicto y desde hace
décadas se han replegado en el servilismo a las instrucciones de
Estados Unidos, que no tienen ni el interés ni la credibilidad para
alimentar una paz duradera en Oriente Próximo.
Este
NO a la invasión israelí de Gaza es el mismo NO a la guerra de
Ucrania, a las guerras de Kosovo, Sudan, Nagorno Karabakh, Siria y
muchos lugares más en llamas. Salir del tercermundismo humanitario,
salir de la Alianza Atlántica, decir NO a la guerra, a todas las
guerras, a la arrogancia y las mentiras, al colonialismo occidental.
Luz
Gómez es
catedrática de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad
Autónoma de Madrid. Es autora de varios ensayos y traductora de
Mahmud Darwish al español. De sus numerosas traducciones del poeta
palestino, En
presencia de la ausencia (Pretextos,
2012), obtuvo el Premio Nacional de Traducción 2011. A su cargo ha
estado la edición de BDS
por Palestina (ediciones
del oriente y del mediterráneo, 2014) Es editora y traductora de El
poeta troyano. Conversaciones sobre poesía (ediciones
del oriente y del mediterráneo 2023).
Olga
Rodríguez es
periodista, investigadora y escritora especializada en información
internacional, Oriente Medio y Derechos Humanos. Ha desarrollado su
carrera en la Cadena Ser, Cuatro, CNN y en el diario.es,
medio del que es cofundadora. Ha cubierto los conflictos más
importantes de las últimas dos décadas en Oriente Medio y el norte
de África. Es integrante de la Asociación de Periodistas de Madrid
y de la Junta directiva de la UNRWA España (Agencia de Naciones
Unidas para los Refugiados Palestinos).
Isaías
Barreñada es
profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense
de Madrid. Sus áreas de investigación son la relaciones
internacionales en los países árabes, la política exterior
española y europea, Palestina-Israel y el Sahara Occidental. Autor
de numerosos artículos y ensayos. Su último libro, con José Abu
Tarbush es Palestina. De
los acuerdos de Oslo al apartheid (2023).
Ignacio
Castro Rey,
es filósofo, crítico de cine y arte, gestor cultural y profesor.
Además de múltiples artículos y conferencias, ha publicado
diversos libros. El último de ellos se llama Lluvia
Oblicua (Ed.
Pretextos 2020) seguido de Mil
días en la montaña (Roxe de Sebes) (Ed.
FronteraD, 2019) y Ética
y desorden (Pretextos,
2017). Anteriormente ha publicado también, entre otros, Votos de
riqueza (Madrid, 2007), Roxe de Sebes (A Coruña, 2011) y La
depresión informativa del sujeto (Buenos Aires, 2011).
Israel ha exigido que 1,1 millones de palestinos evacúen la mitad norte de Gaza, mientras la somete a constantes bombardeos. Esta despiadada decisión es parte del plan israelí, reforzado por el apoyo inquebrantable y la participación activa de Estados Unidos y la mayoría de los estados europeos. Este plan tiene como objetivo llevar a cabo masacres atroces y sin precedentes contra 2,3 millones de palestinos en Gaza y llevar a cabo una limpieza étnica total. Desde el sábado, Israel bombardea Gaza de forma indiscriminada e intensa: ha cortado la electricidad, el agua, el acceso al combustible, los alimentos y los suministros médicos. Israel ha matado a más de 2.700 palestinos –incluidos 614 niños–, arrasando barrios enteros, aniquilando a familias enteras e hiriendo a más de 10.000 personas. Algunos expertos en derecho internacional han comenzado a advertir sobre estos actos potencialmente genocidas por parte de Israel.
En otros lugares, el gobierno de extrema derecha de Israel ha distribuido más de 10.000 fusiles a colonos extremistas en la Palestina de 1948 y en la Cisjordania ocupada para ayudar a intensificar sus ataques y lanzar pogromos contra el pueblo palestino. Las acciones, masacres y retórica de Israel demuestran su intención de llevar a cabo una segunda Nakba, prometida desde hace mucho tiempo, expulsando a tantos hombres y mujeres palestinos como sea posible y creando así un "nuevo Medio Oriente" en el que el pueblo palestino seguirá viviendo en perpetua sumisión.
La respuesta de los Estados occidentales ha sido de apoyo completo y total al Estado de Israel, sin siquiera una mínima defensa del derecho internacional. Esto ha incrementado la impunidad de Israel, dándole carta blanca para librar su guerra genocida. Más allá del apoyo diplomático, los estados occidentales proporcionan armas a Israel, autorizando las actividades de las compañías armamentísticas israelíes dentro de sus propias fronteras.
Mientras Israel intensifica su campaña militar, los sindicatos palestinos están pidiendo a sus homólogos internacionales y a todas las personas de conciencia que pongan fin a todas las formas de complicidad en los crímenes israelíes: que pongan fin urgentemente al comercio de armas con Israel, así como a cualquier financiación e investigación militares.El momento de actuar es ahora: hay vidas palestinas en juego.
Esta situación urgente y potencialmente genocida sólo puede evitarse mediante un aumento masivo de la solidaridad global con el pueblo palestino, capaz de frenar la maquinaria de guerra israelí. Necesitamos que usted tome medidas inmediatas – dondequiera que esté en el mundo – para detener el armamento del Estado de Israel y a las empresas involucradas en la infraestructura del bloqueo. Nos inspiramos en movilizaciones sindicales anteriores en Italia, Sudáfrica y Estados Unidos, así como en movilizaciones internacionales similares contra la invasión italiana de Etiopía en los años 1930, contra la dictadura fascista en Chile en los años 1970, al igual que otras acciones en otros lugares, donde la solidaridad mundial pudo limitar el alcance de la brutalidad colonial.
Hacemos un llamamiento a los sindicatos de los sectores afectados a:
Negarse a fabricar armas para Israel. Negarse a transportar armas a Israel. Adoptar sobre ello mociones en su sindicato. Tomar medidas contra las empresas cómplices involucradas en la implementación del brutal e ilegal asedio de Israel, especialmente si tienen contratos con su institución. Presionar a los gobiernos para que pongan fin a todo comercio militar con Israel y, en el caso de Estados Unidos, a su financiación.
Hacemos este llamamiento cuando vemos intentos de prohibir y silenciar cualquier forma de solidaridad con el pueblo palestino. Les pedimos que hablen y actúen frente a la injusticia, como lo han hecho los sindicatos en el pasado. Lanzamos este llamamiento con la convicción de que la lucha por la justicia y la liberación palestina no es sólo una lucha determinada por particularidades regionales y globales. Es una palanca para la liberación de todos los pueblos desposeídos y explotados del mundo.
Federación General Palestina de Sindicatos, Gaza
Sindicato General de Trabajadores del Servicio Público y del Comercio
Sindicato General de Trabajadores Municipales
Sindicato General de Trabajadores de Jardines de Infancia
Sindicato General de Trabajadores de Petroquímica
Sindicato General de Trabajadores Agrícolas
Unión de Comités de Mujeres Palestinas
Sindicato de Trabajadores de Medios de comunicación e Impresión
Federación General Palestina de Sindicatos (PGFTU)
Sindicato General de Maestros Palestinos
Unión General de Mujeres Palestinas
Unión General de Ingenieros Palestinos
Asociación de Contadores Palestinos
Federación de Asociaciones Profesionales que incluyen:
Asociación Dental Palestina – Centro de Jerusalén
Asociación de Farmacéuticos Palestinos – Centro de Jerusalén
Asociación Médica - Centro de Jerusalén
Asociación de Ingenieros - Centro de Jerusalén
Asociación de Ingenieros Agrícolas - Centro de Jerusalén
Sindicato de Veterinarios – Centro de Jerusalén
Sindicato de Periodistas Palestinos
Colegio de Abogados Palestino
Asociación Palestina de Enfermería y Partería
Sindicato de Trabajadores de Jardines de Infancia
Sindicato Palestino de Trabajadores de Servicios Postales
Federación de Sindicatos de Profesores y Empleados de Universidades Palestinas
La Federación General de Sindicatos Independientes, Palestina
La Nueva Federación Palestina de Sindicatos
Unión General Palestina de Escritores
Sindicato de contratistas palestinos
Federación de Sindicatos de Profesionales de la Salud
Sindicato Palestino de Psicólogos y Trabajadores Sociales
Fuente: Red Sindical Europea por la Justicia en Palestina