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jueves, 21 de agosto de 2025

EL ÚLTIMO DÁTIL. LA HISTORIA DEL ÚLTIMO DÁTIL EN GAZA

 

LA HISTORIA DEL ÚLTIMO DÁTIL EN GAZA

 

Asem Alnabih | La Intifada Electrónica | 12 de agosto de 2025

 

El dátil pasó de un miembro de la familia del autor a otro.

 

Es sólo un dátil. Un simple trozo de fruta seca de cuatro centímetros. Pero aquí en Gaza, donde nada es fácil y todo tiene un significado, incluso un dátil se convierte en un símbolo de resistencia, sacrificio y amor.

Guardé este dátil durante seis meses. Lo había encontrado y guardado para lo que imaginaba que serían los días más oscuros: los días en los que la comida desaparecería de los estantes, en los que el hambre envolvería nuestras vidas, en los que compartir incluso una migaja se convertiría en un acto de resistencia.

 

Esos días son ahora

 

Como a muchos gazatíes, me encantan los dátiles. A mi madre también le encantan. Hace unas semanas, decidí que había llegado el momento de desprenderme de mi pequeño tesoro. Le di el dátil a mi madre. A la mañana siguiente, se lo dio a mi hermana menor, Nesma. Y luego Nesma se lo dio a nuestro sobrino Mo'men, de 2 años.

 

Un silencioso acto de amor

 

Ese único dátil, que pasó de mano en mano, se convirtió en un silencioso acto de amor en un mundo que se derrumbaba a nuestro alrededor.

Por eso, cuando mi madre le dio el dátil a Nesma, no se trataba sólo de comida. Era un gesto de confianza y esperanza: Esto es para ti, hija mía. Tú lo necesitas más que yo.

Y Nesma, a su vez, eligió dárselo a Mo'men. Nació apenas dos meses antes de que empezara la guerra y crecerá sin su padre, Moataz Rajab, asesinado durante el genocidio.

Moataz era un hombre amable y educado que obtuvo su título de posgrado en economía justo una semana antes de la guerra.

Mo'men nunca recordará la voz de su padre. Pero, en ese momento, recibió un dátil. Y con él, recibió una historia que volverá a escuchar años después.

 

Quiénes somos

 

Nadie en mi familia quería comerse el último dátil y negarle a otro su dulzura. Así somos en Gaza, no sólo supervivientes, sino donadores. Damos incluso lo poco que nos queda. No porque seamos santos, sino porque el amor y la dignidad son lo único a lo que podemos aferrarnos cuando todo lo demás nos ha sido arrebatado.

La guerra puede revelar lo peor de las personas. Aquí, en Gaza, también saca lo mejor. Nuestras calles están llenas de dolor y escombros, pero también de bondad. Pequeños gestos como pasar un dátil dicen mucho de lo que somos.

Algunos dirán que es solo un dátil. Pero yo veo en él toda la historia de Gaza: privación y generosidad, desesperación y desafío, los estrechos lazos de la familia y la negación a rendirse a la crueldad. Este dátil, guardado y compartido, es un pequeño acto de rebelión frente a un sistema que intenta despojarnos de todo, incluso del derecho a alimentar a nuestros hijos.

En Gaza hemos redefinido la riqueza. La riqueza no es lo que atesoras, sino lo que regalas, y se mide por la fuerza de los lazos que mantienen unidas a familias y vecinos. En un mundo que intenta reducirnos a estadísticas, nos hemos convertido en narradores. Un solo dátil lleva la historia del amor de una familia, la supervivencia de un niño, la ausencia de un padre y la negativa de un pueblo a dejar de ser humano.

La gente nos pregunta cómo sobrevivimos. Cómo seguimos adelante cuando las bombas siguen cayendo, cuando el hambre roe a nuestros hijos, cuando no hay certeza de que viviremos para ver el próximo amanecer. Mi respuesta es: sobrevivimos los unos por los otros. Sobrevivimos porque en Gaza nadie quiere comerse el último dátil. Y sobrevivimos porque todos soñamos con que pronto llegue un día de libertad y abundancia de dátiles.

El dátil ya no está, se lo ha comido un niño demasiado pequeño para saber lo que significa. Pero el acto permanece, como las ondas de un guijarro arrojado al agua. Es en estas ondas, en las historias que contamos, en la forma en que nos negamos a olvidar, donde Gaza sigue viva.

Asem Alnabih es ingeniero e investigador de doctorado residente en la ciudad de Gaza. Es portavoz del Ayuntamiento de Gaza y ha escrito para muchas plataformas tanto en árabe como en inglés.

Fuente: The Electronic Intifada 

 

domingo, 1 de diciembre de 2013

La normalización es más Ocupación




 La Asociación de Editores de Libro Político Contrabandos ha querido sumar su voz a la de quienes han puesto de manifiesto el error de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara al nombrar a Israel país invitado de honor en 2013.

Sabido es que el Estado israelí, contraviniendo la legislación internacional, mantiene en una situación de bloqueo absoluto a la población de Gaza, no cesa de construir colonias y muros de separación en los Territorios Ocupados y mantiene a cientos de palestinos, incluso niños, en sus cárceles, sin las debidas garantías jurídicas.

Palestina vive quiere sumarse a las iniciativas que ha habido en México para denunciar la ausencia de la producción intelectual palestina en la FIL y recordar que el activismo internacional por Palestina es un instrumento fundamental para desenmascarar la lógica perversa de la ocupación-normalización. 


El libro puede descargarse en formato e-book en Contrabandos



 LA NORMALIZACIÓN ES MÁS OCUPACIÓN


La Ocupación israelí de Palestina tiene un aliado estratégico en las políticas de normalización cuidadosamente diseñadas por el Gobierno de Israel. La normalización pretende borrar la historia, el derecho internacional y la noción misma de justicia para consumar a nivel internacional el estado de cosas interno: Israel es la sola realidad, y los palestinos, si acaso, un apéndice molesto, y con fecha de caducidad. La voracidad de los colonos y la creciente agresividad del apartheid se encargarán de ello. De legislar para que así sea ya se ocupa el Gobierno, el actual, el anterior y el que venga. Tal es la lógica israelí: cuestión de tiempo y Palestina será una palabra proscrita. Ya alertaba de ello Mahmud Darwish, que no sin sorna corregía al que le llamaba “poeta palestino”, y se reclamaba “poeta de Palestina”.

En el terreno de la cultura, uno de los últimos episodios de esta normalización impune es la Feria Internacional del Libro que se celebra en Guadalajara (México) del 30 de noviembre al 8 de diciembre de 2013. Se trata del mayor evento económico y promocional del mercado editorial en lengua española, y uno de los mejores escaparates de la cultura iberoamericana. El país invitado de honor en esta ocasión ha sido Israel, al que, según reza la información oficial, se le franquean las puertas para que muestre lo mejor de su producción intelectual de la mano de sus escritores, editores, investigadores y artistas. Ni una mención a Palestina, por supuesto, pero ni una sola referencia tampoco a los palestinos, ni a los del Interior, el 20 % de la población israelí, ni mucho menos a los que viven bajo el régimen de Ocupación en Cisjordania, Jerusalén Este o Gaza. Porque es sabido que la “marca Israel” presenta la cultura y la democracia israelíes como un oasis de civilidad en medio de la barbarie oriental. Palestina vive quiere sumarse a las iniciativas que ha habido en México para denunciar esta ausencia de la producción intelectual palestina en la FIL. Quiere con ello recordar que el activismo internacional por Palestina es un instrumento fundamental para desenmascarar la lógica perversa de la ocupación-normalización.  Los testimonios de Rachel Corrie y Vittorio Arrigoni recogidos en estas páginas son, por desgracia, tan actuales como su propia lucha.

Pero además, y sobre todo,
Palestina vive quiere mostrar cómo dentro de la sociedad palestina la lucha contra la Ocupación y por la consecución de una resolución justa del conflicto viene desarrollando su propia dinámica intelectual y cultural. El año 2005 supuso un importante punto de inflexión. Fue entonces cuando más de un centenar de asociaciones cívicas, sindicatos y grupos palestinos de diversas tendencias lanzaron la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) para canalizar la presión interior y exterior contra Israel, siguiendo el modelo de la campaña internacional contra el régimen segregacionista de Sudáfrica. El BDS ya está teniendo sus consecuencias en el ámbito sindical, empresarial, académico y cultural europeo, también en España. A su vez, a nivel interno palestino, es notorio cómo la campaña del BDS ha facilitado la incorporación a la lucha contra la Ocupación de sectores de la sociedad tradicionalmente marginados. Haneen Maikei, en una certera entrevista que reproducimos, da cuenta de cómo se ha producido esta evolución entre los grupos LGBT, lo cual refleja la vitalidad de los debates políticos e intelectuales palestinos en marcha. Igualmente vibrante es la cuestión de la futura configuración estatal, que Edward Said replanteó en 1999 con su reflexión sobre la necesidad de actualizar la idea binacional. Hoy, bien muerto y enterrado Oslo, el Estado binacional concita el interés tanto de los palestinos israelíes como de la diáspora, aunque suscita más dudas entre quienes viven día a día la Ocupación y cifran en la solución de los dos Estados su futuro. Todo ello está cambiando, y Mustaphá Barghouthi así lo discute con Eric Hazan en el diálogo aquí recogido.     

Por último, y no con menor interés,
Palestina vive  también quiere asomarse a la creación literaria palestina. Los autores que se recogen en esta selección hablan de la injusticia, de la guerra, del absurdo y de las formas de resistir y elevarse. Hablan de Palestina, y ya se sabe que sólo existe lo que se nombra.

Luz Gómez García