El movimiento BDS de Boicot, Desinversiones y Sanciones al Estado de Israel existe desde el 9 de julio de 2005, a raíz de un llamamiento de 170 ONGs palestinas.
Para comprender la verdadera naturaleza del movimiento, citamos el artículo de Stéphane Hessel "Los ciudadanos deben responder allí donde los gobiernos han fracasado", recogido en el libro BDS por Palestina. Stéphane Hessel es el autor de origen judío de ¡Indignaos!, superviviente de los campos de exterminio nazis de Buchenwald y Dora-Mittelbau, experiencia que relata en el libro de conversaciones con el autor palestino Elias Sanbar El superviviente y el exiliado.
"Los ciudadanos deben responder allí donde los gobiernos han fracasado"
La ausencia de una actuación decidida por parte de los Gobiernos para que Israel responda ante el de-recho internacional marca el camino a los ciudadanos concienciados: son ellos quienes deben asumir esa responsabilidad, como se hizo contra la Sudáfrica del apartheid. Iniciativas no violentas impulsadas por los ciudadanos, simbolizadas por la Flotilla y por varias campañas de boicot y desinversiones en todo el mundo, ofrecen el modo más prometedor de superar el fracaso de los Gobiernos del mundo a la hora de hacer frente a la intransigencia y la ilegalidad de Israel. Al atacar flagrantemente los barcos de ayuda, Israel, sin querer, ha originado una concienciación sin precedentes y ha provocado la condena no solo de su mortífero asedio de Gaza, sino de forma más general de sus prácticas de ocupación de los territorios palestinos, de la negación de los derechos de los refugiados palestinos y de sus políticas de apartheid hacia los ciudadanos autóctonos «no judíos» de Israel.
La Flotilla de la Libertad recuerda el tipo de iniciativas de la sociedad civil que puso fin a las leyes de segregación en EE. UU. y el apartheid en Sudáfrica, una analogía imposible de ignorar. Igual que hizo en su día el régimen del apartheid en Sudáfrica, la reacción de Israel ha sido etiquetar este acto no violento de «provocación internacional». Como en el caso de Sudáfrica, el llamamiento de 2005 a la solidaridad internacional en forma de boicot, desinversiones y sanciones (BDS) procede de una abrumadora mayoría de sindicatos y organizaciones de la sociedad civil palestina y está siendo acogido por ciudadanos concienciados y movimientos sociales de todo el mundo. La iniciativa BDS llama al aislamiento eficaz de Israel, de sus negocios cómplices, de sus instituciones académicas y culturales así como de las empresas que se beneficien de sus violaciones de los derechos humanos y de sus políticas ilegales mientras estas políticas continúen.
Creo que la iniciativa BDS es una estrategia moral que ha demostrado su potencial de éxito. Muy recientemente el Deutsche Bank se ha convertido en la última de varias instituciones financieras e importantes fondos de pensiones que han retirado sus inversiones del fabricante de armas israelí Elbit Systems. La semana pasada dos importantes cadenas de supermercados italianos anunciaron un boicot de productos procedentes de los asentamientos ilegales israelíes. El mes pasado los artistas Elvis Costello y Gil Scott-Heron cancelaron sus actuaciones en Israel. Los universitarios de buena parte del mundo, en una actuación que recuerda la lucha popular antiapartheid en Sudáfrica, han emprendido activos llamamientos a las administraciones de sus universidades para que adopten políticas de desinversión.
Apoyo las sinceras palabras del escritor escocés Iain Banks, quien ante el salvaje ataque de Israel a la Flotilla de la Libertad sugirió que el mejor modo de que los artistas internacionales, escritores y académicos «convenzan a Israel de su degradación y aislamiento moral» es «simplemente no tener nada que ver con este Gobierno criminal».
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