viernes, 12 de diciembre de 2025

"NOVELA Y POESÍA PALESTINA: IDENTIDAD Y RESISTENCIA"

 



Gaza: poemas contra el genocidio, selección traducción e introducción de Ignacio Gutiérrez de Terán, ediciones del oriente y del mediterráneo, colección POESÍA NECESARIA – 4, 196 págs., 2025.

Que la poesía forma parte indestructible de la sociedad palestina se revela en este cuarto volumen de la colección POESÍA NECESARIA, que sigue a Maneras de ser Palestina y a los anteriores Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído, del reciente premio Pulitzer Mosab Abu Toha, y Gaza: el poema hizo su parte, de Nasser Rabah. En esta ocasión son treinta poetas (quince mujeres y quince hombres) quienes componen la antología preparada por el profesor Ignacio Gutiérrez de Terán, quien abre su introducción con estas palabras: “Qué doloroso es componer una antología como esta. Palestina, Gaza de manera brutal y ante la mirada impotente de medio mundo”. Como afirma Ali Al Amir en el posfacio que cierra el libro: “La poesía ha contribuido a mostrar el verdadero rostro de los mitos y supercherías de la ocupación sionista, a golpe de versos rotundos, demoledores… al menos aquí, la palabra se ha alineado con el derecho y la verdad”. F.G.

Maneras de ser Palestina. Antología de nuevas poetas, selección, traducción y prólogo de Luz Gómez, ediciones del oriente y del mediterráneo, colección POESÍA NECESARIA – 3, 156 págs., 2025.

Una sugestiva selección de quince voces de mujeres palestinas nacidas después de 1977. Cada una de las poetas, salvo Ghada Shafii, desaparecida desde finales de los noventa, ha escrito para esta edición su propia concepción de la poesía. Sus Poéticas revelan la extraordinaria diversidad de la sociedad palestina, desde Jumana Mustafa, la mayor (“cuando publiqué, me di cuenta de que lo que el mundo esperaba del poeta palestino era que fuese un cronista del sufrimiento, y que éramos prisioneros de eso. Pero la poesía es algo más”…), hasta la más joven, Batool Abu Akleen, de tan solo veinte años (“desde el comienzo del genocidio, mi relación con la poesía ha sido tensa: a veces me reconcilio con ella, a veces la odio, a veces la añoro”…), pasando por Dareen Tatur, palestina del interior, detenida por los israelíes tras la publicación de su poema “Resístete pueblo mío” (“la poesía es la resistencia inquebrantable, e invencible, la patria que amo”). F.G.

Palestina. Arte y resistencia en Nayi Al-Ali, edición de Zuhur Dalo y Mohamad Bitari. Pórtico de Antonio Altarriba. Presentación de Teresa Aranguren, ediciones del oriente y del mediterráneo, colección AZULEJOS – 3, 272 págs., 2ª ed. 2025, PVP 25 €.

Se trata de la mayor recopilación publicada hasta la fecha de las viñetas del gran dibujante palestino asesinado por un pistolero en Londres en 1987. Como afirma Teresa Aranguren en su presentación del creador de Handala: “tiene entre diez y once años, la edad que tenía su autor cuando salió de Palestina… cuando fue expulsado de su pueblo, su vida, los paisajes de su infancia… Y se convirtió en refugiado”. “Sus dibujos, añade Antonio Altarriba, se han convertido en referencia básica del periodismo de denuncia”. Un hermoso libro ilustrado que contó con la inestimable colaboración de Khalid Nayi al-Ali, hijo del autor, quien aportó documentos, fotografías y viñetas difícilmente localizables. F.G.

Palestina. Un vistazo al pasado, una mirada al presente. Tebeo de Bernardo Vergara, editado por el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe y la Coordinadora de ONGD del Principado de Asturias, edición en papel y digital, 25 pág., libre de reproducción, https://www.codopa.org/palestina-nueva-edicion-bernardo-vergara

Este tebeo recoge la historia de la ocupación y colonización de la Palestina histórica hasta la destrucción asesina de Gaza. Cubre, desde la pertenencia de Palestina al Imperio Otomano, el surgimiento de la ideología sionista y las migraciones, la ocupación y mandato británico, la partición del territorio, Al Nakba, la ocupación de 1967, y el bloqueo de Gaza y su actual destrucción. Incorpora apartados como los refugiados, los asentamientos, el muro del apartheid, la Flotilla, y la necesaria defensa de la legalidad internacional que, ante la pasividad de los gobiernos, precisa el boicot cívico a Israel. Todo con 106 viñetas trabajadas, comprensibles para todos los públicos, especialmente a los que se acerquen a la historia de Palestina, incluso por primera vez, como los jóvenes a los que no sólo va dirigida esta obra de libre acceso. CSCA

Una máscara del color del cielo, de Basim Khandaqji (Hoja de Lata, 2025) 240 páginas

Nur al-Shahdi es un joven palestino de Ramala. Su padre fue un referente de la primera intifada, un héroe, que, al salir de la cárcel se encontró a sus antiguos compañeros de lucha reconvertidos en gerifaltes de la Autoridad Nacional. La madre de Nur falleció poco después del parto y dejó como herencia una casa llena de silencio. Nur sueña con convertirse en arqueólogo y escribir novelas históricas de éxito. Mientras tanto, su vida transcurre entre los check points militares israelíes, la escasez de trabajo en los campos de refugiados y las emocionadas cartas que intercambia con su amigo Murad, en prisión por ser miembro de la resistencia.

Un día Nur encuentra en un abrigo viejo de un mercadillo un carné de identidad israelí. Tras falsificar esa tarjeta azul, puede moverse libremente por Israel y comienza a trabajar en una excavación arqueológica bajo el nombre de Or Shapira, un judío asquenazí. Al adoptar la máscara del ocupante, al sentir el abismo que separa ambas realidades, Nur vivirá también una cruenta lucha interior en la que su nueva personalidad tratará de borrar la árabe originaria.

Khandaqji ganó en 2024 el Booker árabe con esta obra escrita en las cárceles israelíes, donde cumplía cadena perpetua. En octubre del 2025 fue liberado tras 21 años de prisión, como consecuencia del acuerdo de paz en Gaza. D.A.

Un detalle menor, de Adanía Shibli (Hoja de Lata, 2019), 160 páginas

Un año después de la guerra de 1948, los soldados de una unidad militar israelí destacada en el desierto del Néguev sobrellevan como pueden el asfixiante calor de las horas de sol y patrullan al atardecer la frontera sur del nuevo Estado. En una de esas rondas encuentran a una joven palestina entre las dunas. Tras apresarla y encerrarla en su campamento, la violan en grupo, la matan y la entierran en la arena.

Muchos años después, en la actualidad, una joven de Ramala descubre por casualidad una escueta mención a aquel «detalle menor» de la historia palestina, ocurrido justo veinticinco años antes del día en el que ella nació. Obsesionada con el crimen, se dispone a investigar las circunstancias que lo rodearon.

Adanía Shibli firma una magistral novela, tan opresiva como la calima del desierto. O como la vida en Palestina bajo la ocupación militar israelí.

Shibli acaparó repercusión mundial en noviembre del 2023 cuando le fue retirado el Premio Literartur de la Feria del Libro de Frankfurt a raíz de la violencia desatada en Gaza. Un movimiento de solidaridad internacional, encabezado por los Nobel Annie Ernaux, Olga Tokarczuk y Abdulrazak Gurnah, exigió la entrega del premio a Shibli. D.A.

Para contar mi historia. Fotografías del archivo The Palestinian Museum, 1948-2023. Comisario Pablo Llorca. UNRWA.

El libro es fruto de una exposición itinerante del aporte fotográfico del Museo Palestino de Bir Zeit, que posee una gran colección de más de 20.000 fotografías digitalizadas, en abierto y que remarca nuevamente la posibilidad de una narrativa y visión del mundo palestino plural, más allá de la fijación de la violencia y la ocupación a la que le somete el sionismo israelí. Gente como nosotros disfruta del mar, realiza sus trabajos cotidianos, canta, ríe, vive. Tienen el derecho a ser felices, libres en su propia tierra. Complementa, en un hilo de continuidad, al libro “Contra el olvido. Una memoria fotográfica de Palestina antes de la Nakba, 1889-1948” editado por Teresa Aranguren y Sandra Barrilaro, donde se recogen imágenes de las anteriores décadas. Ambos proyectos rescatan la posibilidad de una Palestina en paz y prosperidad. El libro de fotos se complementa con aportaciones de nueve autores (El Roto, Juan José Millá, Dunia El Habib, Luz Gómez, Nasser Rabah, Jorge Gimeno, Manuel Olveira, Javier Codesal y Pablo Llorca) donde resaltan su valor y el contexto de las mismas. S.G.

Una trilogía palestina, de Gasán Kanafani (Hoja de Lata, 2015) 272 páginas

Una trilogía palestina reúne en un solo volumen las tres novelas fundacionales de la literatura palestina del exilio. Con ellas Gasán Kanafani causó una revolución en la narrativa árabe por lo renovador de sus argumentos y la belleza de su prosa.

En Hombres en el sol (1963) tres hombres de tres generaciones distintas se encuentran en el vientre de un camión cisterna para escapar ilegalmente de los campos de refugiados donde viven.

Lo que os queda (1966) narra la historia de dos hermanos, Hamed y Mariam, ante su destino: él ha de enfrentarse al desierto y al tiempo inexorables; ella, al marido maltratador que pretende repudiarla.

Um Saad (1969) nos presenta a la madre de un muchacho enrolado con los fedayín, los guerrilleros de la resistencia palestina. Um Saad es una mujer incombustible y perenne, como el sarmiento que un día decide plantar delante de su casa.

Tres novelas cortas que representan tres estilos narrativos diferentes y otros tantos estadios evolutivos en la historia del pueblo palestino. D.A.

30 segundos en Gaza, de Mohamma Sabaaneh. Edita Fundación Al Fanar

30 segundos en Gaza es una viñeta prolongada de lo que está ocurriendo en Gaza ante nuestros ojos. Quiere ser un testimonio visual, paralelo a los vídeos que los gazatíes consiguen, cuando lo hacen, transmitir al mundo, el resumen de 30 segundos.

El estilo es cubista, como el Guernica de Picasso, citado por el autor. Las imágenes y, en su caso, breve texto son los gritos que podemos oír, aunque no los entendamos, que acompañan esas imágenes de televisión o si nos ponemos en el lugar de las víctimas: la niña que se despierta entubada en un hospital y dice al sanitario, «Perdone, ¿esto es un sueño o esto es real?»; o la imagen, sin palabras, de un padre que busca a sus hijos entre los escombros.

Tiene tres prólogos de los profesores Ilan Pappé (sobre el colonialismo por sustitución del sionismo), Luz Gómez (Nadie podrá decir que no lo sabía) y del gazatí, Mais Jalil Abu Ruyaila (Mensaje desde Gaza) que nos ponen en contexto con esos dibujos en tinta china, indeleble, para que sean nuestra memoria, las pruebas de este genocidio que vemos y no paramos. El libro forma parte del sumud, la legendaria resiliencia palestina. S.G.

sábado, 29 de noviembre de 2025

Suhaila Shaheen, de 62 años, lidera los esfuerzos de reconstrucción del museo de Rafah tras su destrucción por parte de Israel

 

 

Decidida a preservar el pasado de Gaza, Suhaila Shaheen, de 62 años, lidera los esfuerzos de reconstrucción del museo de Rafah tras su destrucción por parte de Israel.

 

Bothaina Hamdan, The New Arab, 19 de noviembre de 2025

«Reconstruiremos el museo de Rafah», promete Suhaila Shaheen con fuerza y determinación.

 


Esta investigadora de 62 años, originaria de Gaza, fundó el primer museo del patrimonio palestino en Rafah en diciembre de 2022. Pero el 10 de octubre de 2023, las fuerzas de ocupación israelíes bombardearon el museo, destruyéndolo y dañando su colección de thobes palestinos tradicionales (vestidos bordados) y objetos históricos, en particular los pertenecientes a las comunidades fellah (campesinos palestinos) y beduinas.

 

«Las calles estaban vacías y la gente tenía miedo de salir», cuenta Suhaila a Al-Araby Al-Jadeed, la revista hermana de The New Arab.

 

«El museo fue el primer edificio patrimonial y arqueológico de la Franja de Gaza en ser bombardeado por el ocupante. La parte occidental fue el objetivo y el ataque alcanzó el centro del tejado del museo. Cuatro plantas se derrumbaron y quedaron destruidas, y las piezas patrimoniales y arqueológicas quedaron esparcidas entre los escombros, algunas dañadas y otras sepultadas bajo las ruinas».

 

A pesar del clima de intenso temor que reinaba en la región, Suhaila se dirigió al edificio para salvar lo que quedaba de sus sueños y de los años que había dedicado a recopilar y preservar el patrimonio palestino.

 

Allí encontró los objetos esparcidos y enterrados bajo los escombros. Buscó cerámicas antiguas, monedas palestinas y objetos de cobre, pero no encontró nada.

 

Los objetos de cestería se habían quemado, y las armas, dagas y espadas habían desaparecido. Incluso la tienda tradicional que ella misma había tejido había desaparecido sin dejar rastro.

 

Miró a su alrededor, recordando cómo era ese lugar menos de un año antes, cuando el ayuntamiento de Rafah le cedió el antiguo edificio y comenzaron las obras.

 

Un grupo de voluntarios y sus tres hijos, todos graduados en Bellas Artes por las universidades de Gaza, la habían ayudado a construir las diferentes secciones del museo y a diseñar las vitrinas. Pero hoy no queda nada.

 

El genocidio perpetrado por Israel durante dos años ha condenado a los objetos supervivientes del museo a una vida de exilio y desplazamiento. En estas difíciles y repentinas circunstancias, Suhaila ha trabajado duro para preservar lo que queda de la colección. Se empeñó en llevárselo todo consigo, pero inevitablemente perdió algunas piezas con cada orden de evacuación de los ocupantes.

A pesar de todo ello, Suhaila tiene una visión clara para seguir coleccionando piezas patrimoniales y reconstruir el museo para que siga siendo, como ella dice, «un faro para las generaciones futuras, que conecte el pasado con el presente, preserve el patrimonio del pueblo palestino y, al mismo tiempo, dé testimonio de la destrucción de ese patrimonio y sus símbolos por parte de la ocupación».

 

Joyas, espadas y relatos

 

Suhaila Shaheen es profesora universitaria especializada en arte y tecnología. Tiene dos doctorados obtenidos en Egipto, el primero en Ciencias de la Educación y el segundo en Tecnología de la Educación Artística.

 

Comenzó a documentar digitalmente la colección del museo con vistas a su lanzamiento virtual.

 

«No he podido documentar todas las piezas, porque son demasiadas», explica, «pero muchas de ellas han sido fotografiadas, además de las que han documentado varios periodistas y visitantes, que actualmente estoy recopilando en formato digital».

 

El museo albergaba antiguamente más de 5600 objetos. De los 340 thobes tatreez (bordados tradicionales palestinos), solo se han salvado 64: 23 en buen estado, 24 en estado correcto con algunos desgarros y el resto desgarrados o completamente dañados.

«El museo estaba repleto de objetos antiguos, entre los que destacan tres piezas de cerámica de la época romana en Palestina, una espada de la época mameluca y otra de la época otomana», explica Suhaila sobre la colección del museo.

 

El museo también albergaba dagas, lanzas y fundas de espadas de cuero decoradas con antiguas piezas de piedra, monedas bizantinas e islámicas, así como joyas de diferentes épocas, entre ellas collares, pulseras, colgantes, piedras preciosas, llaves y objetos domésticos antiguos.

 

La colección incluía 1000 piezas contemporáneas que combinaban la autenticidad y el arte moderno, así como objetos de madera como mahbash grabados (morteros y majaderos tradicionales de madera utilizados para moler granos de café) y pinturas murales artísticas y caligráficas inspiradas en el patrimonio palestino.

 

«Mi relación con los vestidos palestinos comenzó hace más de treinta años, cuando me di cuenta de que mi madre, mi abuela, mis tías y las mujeres de Gaza encarnaban un ejemplo vivo de nuestro patrimonio que renacía antes de desaparecer», cuenta.

 

«Empecé a coleccionar vestidos tatreez en los mercados, comprándolos sin importar su precio y conservándolos a pesar de las dificultades relacionadas con las repetidas guerras, las evacuaciones y la exposición a la humedad, los roedores y otros daños. Finalmente, se me ocurrió la idea de crear el museo de Rafah para albergar todas estas adquisiciones, incluidos los vestidos bordados. »

 

El museo de Rafah exhibía la colección de piedras preciosas raras de Suhaila, pasaportes palestinos históricos anteriores a la ocupación israelí, antiguos sellos postales palestinos, documentos originales y fotocopiados sobre la antigua Palestina, una variedad de tocados palestinos para mujeres, cestas a juego y un tamiz bien conservado que podría tener más de 150 años.

 

Dice que ha pasado su vida profesional en la ciudad de Gaza, pero sus recuerdos de infancia están ligados a Rafah, donde también murieron varios miembros de su familia.

 

Suhaila diseñó tiendas beduinas antiguas y se aseguró de que incluyeran maniquíes que representaran a hombres y mujeres beduinos con ropa tradicional, así como herramientas antiguas asociadas a su modo de vida, con el fin de ofrecer una imagen completa de la vida en Palestina a lo largo de los siglos.

 

Recuerda que le fascinaron los detalles de los thobes palestinos cuando vio, en la escuela secundaria, un dibujo que representaba a una mujer beduina palestina llevando uno.

«Empecé a preguntar a mujeres palestinas mayores sobre los diferentes tipos de thobes y que hacía que cada uno de ellos fuera único», explica Suhaila.

 

«A los 30 años, compraba vestidos palestinos y piezas antiguas bordadas a mano en los mercados, a familiares y vecinos. Luego empecé a comprar herramientas antiguas, como hoces y hachas, a personas mayores y en tiendas especializadas». »

 

A pesar de la destrucción y los intentos de Israel de aniquilar el patrimonio y la cultura palestinos, Suhaila sigue decidida a devolver al museo de Rafah su antigua gloria, con una determinación que se hace eco de la resistencia que siempre ha caracterizado al pueblo palestino.

 

Bothaina Hamdan es una escritora palestina que vive en Ramallah. Síguela en Instagram: @bothainahamdan

 

Artículo completo reproducido en la Agence Media Palestine

 

jueves, 25 de septiembre de 2025

Gaza, la masacre silenciosa: un informe enumera el patrimonio cultural destruido


 


Finestresull’Arte | Redazione | 24/9/2025

En Gaza, no sólo está a la vista de todos la tremenda masacre de civiles. También hay una devastación de la que se habla poco, ya que la prioridad son las vidas humanas, pero que se produce en paralelo: es la devastación del patrimonio cultural de Gaza. La semana pasada, la organización PEN América, que lleva sensibilizando sobre la libertad de expresión y los derechos humanos desde 1922, elaboró un informe, titulado Todo lo que se ha perdido, en el que se documentan todos los daños que está sufriendo el patrimonio cultural de Gaza. El análisis se llevó a cabo mediante una revisión de pruebas y entrevistas con trabajadores culturales palestinos y se centra en la catastrófica amenaza existencial que sufre la cultura palestina en la Franja de Gaza. Esta crisis se ve agravada por el hecho de que artistas, escritores y trabajadores culturales se ven obligados a exiliarse o son asesinados, mientras que su patrimonio cultural es sistemáticamente demolido por los ataques militares del ejército israelí. Y para los palestinos, que han sufrido décadas de guerra, represión, ocupación y desplazamiento, la cultura es esencial para expresar y preservar su historia.

El alcance de la destrucción es impresionante, y probablemente subestimado, dada la continuación de las hostilidades incluso en los meses posteriores a la realización de las primeras evaluaciones. Según el informe, las fuerzas armadas israelíes destruyeron o dañaron un número considerable de lugares de gran importancia religiosa y cultural. Un análisis realizado por el proyecto EAMENA (Arqueología en Peligro en Oriente Medio y el Norte de África) en colaboración con el Centro para la Preservación del Patrimonio Cultural (CCHP) cartografió y verificó 316 lugares y edificios históricos, concluyendo que hasta 226 de ellos habían sufrido daños. Los esfuerzos iniciales de conservación de emergencia se estimaron en unos 36,4 millones de dólares (31,2 millones de euros), mientras que la reconstrucción completa podría llevar hasta ocho años, con un coste previsto de unos 304 millones de dólares (261 millones de euros).

 

Aniquilación de centros de conocimiento y bibliotecas

La campaña militar ha asestado un golpe devastador a la educación superior y a la vida intelectual en Gaza. El informe concluye que todas las escuelas superiores y universidades de Gaza han sido parcial o totalmente destruidas. En este contexto, la educación desempeña un papel especialmente vital, ya que ofrece oportunidades de progreso, contacto con el mundo exterior y espacios para el aprendizaje en un territorio con severas restricciones de movimiento y acceso.

Entre las instituciones afectadas se encuentra la casi total devastación de la Universidad Islámica de Gaza, que albergaba por sí sola una biblioteca con 130.000 volúmenes. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron que la universidad servía de centro operativo, militar y político de Hamás, y que también se utilizaba para el desarrollo y la producción de armas. Sin embargo, PEN America expresó su preocupación por el hecho de que la magnitud de los daños indicara una falta de distinción entre objetivos militares y civiles específicos, o daños desproporcionados en relación con la ventaja militar obtenida. Las pérdidas humanas para la comunidad académica fueron igualmente catastróficas, con al menos 105 académicos muertos a mediados de 2024. Entre las víctimas más destacadas se encuentra el rector de la Universidad Islámica, Sofyan Taya, físico y matemático de renombre, que murió en un ataque en Yabalia junto con su familia.

La Universidad de Al-Azhar también sufrió grandes daños, incluidos ataques aéreos y demoliciones controladas. Según testimonios de soldados, incluso una mezquita del interior del campus de Al-Azhar fue bombardeada. Del mismo modo, la Universidad de Al-Israa, la última institución de enseñanza superior que quedó relativamente intacta, fue destruida en gran parte en enero de 2024 mediante demoliciones controladas tras ser ocupada por las fuerzas israelíes durante 70 días. La universidad albergaba también un museo nacional con más de 3.000 objetos arqueológicos. Ahmed Alhussaina, vicepresidente de asuntos financieros y administrativos de la Universidad Al-Israa, expresó su temor de que una destrucción tan generalizada sea un acto deliberado destinado a borrar la memoria y el valor arqueológico de la cultura palestina. El concepto de “escolasticidio” fue planteado por los expertos de la ONU en relación con el 80% de las escuelas y universidades dañadas o destruidas, lo que sugiere un supuesto esfuerzo deliberado por desmantelar todo el sistema educativo palestino.

Además de los edificios universitarios, el informe destaca la destrucción de al menos once bibliotecas y ocho editoriales e imprentas. La Biblioteca Pública de Gaza, fundada en 1999 con fondos del Banco Mundial y que contenía 10.000 libros en árabe, inglés y francés, fue completamente destruida. Los Archivos Centrales de la ciudad de Gaza, que contenían unos 110.000 documentos históricos, fotos y mapas de más de 150 años de antigüedad, también fueron completamente destruidos por los ataques aéreos.

Una pérdida especialmente dolorosa para la comunidad intelectual es la destrucción de la Biblioteca Pública Edward Said de Beit Lahia, la primera biblioteca en lengua inglesa de Gaza, fundada por el poeta y profesor Mosab Abu Toha. La destrucción del edificio de la biblioteca fue confirmada por testigos presenciales en enero de 2025, tras el alto el fuego. El propio Abu Toha, que perdió el borrador casi terminado de su novela y toda su biblioteca personal tras el arrasamiento de su casa, expresó su dolor por la pérdida de “todos los sueños” quemados por la campaña de Gaza. La Biblioteca Samir Mansour, un centro cultural de tres plantas, sufrió graves daños en octubre de 2023, tras haber sido reconstruida hacía poco después de los daños sufridos en un ataque anterior en 2021.

Mosab Abu Toha en la biblioteca Edward Said de Gaza antes de su destrucción por el ejército israelí.
Mosab Abu Toha en la biblioteca Edward Said de Gaza antes de su destrucción por el ejército israelí.

Patrimonio religioso e histórico devastado

La destrucción no perdonó a los lugares de culto. La Gran Mezquita de Omar, el edificio religioso más antiguo y grande de Gaza, cuyos orígenes se remontan al siglo VII (sobre una estructura bizantina del siglo V), fue destruida en gran parte en diciembre de 2023, después de que su minarete sufriera daños anteriormente. Esta mezquita era un centro cultural y social clave. Su biblioteca, que data del siglo XIII, contenía una importante colección de libros y manuscritos raros. Las FDI afirmaron que la mezquita era utilizada por combatientes de Hamás y ocultaba la entrada a un túnel, pero estas afirmaciones no han podido ser verificadas de forma independiente. El experto en patrimonio cultural Akram Lilja opinó que la mezquita fue atacada varias veces, no por actividades militares, sino por el fuerte vínculo espiritual y social que la población de Gaza tenía con ella.

Una investigación de Bellingcat documentó que al menos 100 mezquitas fueron dañadas o destruidas durante el conflicto. Algunas de ellas fueron demolidas mediante detonaciones controladas. Algunos soldados de las FDI afirmaron que todas las casas, mezquitas y escuelas se habían utilizado con fines terroristas. Las iglesias de Gaza también sufrieron daños. La iglesia ortodoxa griega de San Porfirio, la iglesia en activo más antigua de Gaza, que data del siglo XII, fue alcanzada el 19 de octubre de 2023. En el ataque murieron al menos 18 personas que habían buscado refugio allí. Los ataques contra la iglesia y sus instituciones fueron condenados por el Patriarcado Ortodoxo de Jerusalén como crimen de guerra. El complejo de la iglesia católica de la Sagrada Familia también recibió varios impactos.

Entre los lugares históricos de importancia no religiosa destruidos se encontraba el Hammam al-Samra, un baño turco de la época otomana que data de hace más de 750 años y que fue completamente arrasado por ataques aéreos en diciembre de 2023. Este edificio, restaurado en 2022, era una importante atracción turística y patrimonio cultural. El Qasr al-Pasha, un fuerte del siglo XIII utilizado en época otomana y convertido posteriormente en museo por el Ministerio de Turismo palestino, fue destruido por ataques aéreos en diciembre de 2023. El fuerte albergaba cientos de objetos antiguos y sarcófagos únicos.

El Informe de PEN América también documenta la destrucción del Centro Cultural Rashad al-Shawwa y los daños sufridos por el Museo Cultural Al-Qarara, que albergaba 3.500 objetos arqueológicos, históricos y folclóricos. Las imágenes por satélite indican que los mosaicos bizantinos de 1.500 años de antigüedad descubiertos en 2022 cerca de Bureij, considerados uno de los mayores tesoros arqueológicos de Gaza, han sufrido graves daños debido a las actividades militares en los alrededores, posiblemente relacionadas con la ampliación de la “zona tampón” israelí.

 

Saqueo y riesgo de borrar la identidad

La destrucción del patrimonio cultural se ve exacerbada por los informes de saqueos y destrucción intencionada de bienes culturales muebles. El informe identificó al menos tres casos de incendio provocado de libros y dos casos de saqueo de objetos arqueológicos. Algunos vídeos mostraban a soldados israelíes intentando quemar coranes en mezquitas y libros en una biblioteca universitaria. Sin embargo, las IDF abrieron una investigación sobre estos incidentes, calificándolos de “graves” e incoherentes con sus valores.

En cuanto a los saqueos, el museo de la Universidad de Al-Israa fue saqueado antes de ser demolido. Del mismo modo, el museo y hotel Al-Mathaf, que albergaba una colección privada de objetos arqueológicos reunidos por Jawdat al-Khoudary, denunció la desaparición de objetos y daños por incendio tras haber estado bajo control israelí durante meses. En enero de 2024, la Universidad de Birzeit denunció en las redes sociales el presunto robo de 3.000 objetos de su museo nacional por parte de fuerzas militares israelíes, antes de que el museo fuera bombardeado para encubrir el presunto delito.

La biblioteca en lengua inglesa Edward Said fundada por el poeta de Gaza Mosab Abu Toha, destruida por los bombardeos israelíes.
La Biblioteca Edward Said después de su destrucción por el ejército israelí.
 

 

Repercusiones jurídicas y exigencias de justicia

PEN América afirma que los ataques contra infraestructuras civiles, incluido el patrimonio cultural, han sido indiscriminados o directamente dirigidos. Estas acciones, ya sean intencionadas o imprudentes, violan las leyes internacionales, en particular la Convención de La Haya de 1954 para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado, y pueden constituir crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Según la política de la Corte Penal Internacional (CPI) sobre Patrimonio Cultural, los delitos que afectan al patrimonio cultural “pueden constituir en sí mismos crímenes contra la humanidad” y pueden aportar pruebas de tales crímenes, sugiriendo que la población civil era el objetivo principal. Aunque la destrucción cultural no es explícitamente un acto necesario para demostrar el genocidio, en algunos casos se ha citado como prueba de la intención genocida. La Oficina de las Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio también considera la destrucción de bienes de importancia religiosa y cultural como un posible indicador de intención genocida.

PEN América también considera que la destrucción cultural en curso es expresión de una peligrosa narrativa: que Gaza carece de historia, cultura o cualquier cosa que merezca la pena preservar. De ser así, la erradicación de la identidad de Gaza sería una violación atroz de los derechos humanos de los palestinos y una negación de la contribución histórica y cultural de Gaza al mundo. Los artistas y escritores palestinos entrevistados hicieron hincapié en que la cultura es un medio vital de resistencia y expresión de su identidad.

PEN América ha pedido al gobierno israelí que cese inmediatamente sus ataques contra el patrimonio cultural palestino y que cumpla con sus obligaciones internacionales. La organización insta también a la comunidad internacional a investigar la destrucción cultural como posible prueba de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad e intención genocida.

[artículo completo publicado en la versión en español de Finestresull'Arte el 24 de septiembre de 2024 

 

lunes, 15 de septiembre de 2025

Un grito contra el infanticidio en Gaza

 

Pronunciamiento de la literatura infantil argentina por Palestina

Un grito contra el infanticidio en Gaza

Escritores, ilustradores, editores, piden que "cese el exterminio planificado sobre el pueblo gazatí", en defensa de los derechos de los niños y niñas.

Karina Micheletto | Editora de la sección El País de Página/12.

“Volvemos a levantar nuestra voz, habida cuenta de que el plan de exterminio no solo no ha cesado sino que recrudece día a día”. El contundente pronunciamiento cobra relevancia por provenir de Alija, la entidad que reúne a quienes hacen la literatura infantil y juvenil en Argentina. La institución se suma “a los pronunciamientos por la paz de todos los organismos de derechos de las infancias del mundo, para exigir que cese el exterminio planificado sobre el pueblo gazatí”. Pide “que se respete el derecho a la vida de sus niños, niñas y jóvenes, que son asesinados y mutilados a diario”. “Y que se castigue a quienes están cometiendo estas atrocidades generando, además, en quienes logran sobrevivir, heridas físicas y psicológicas que dejarán marcas indelebles”, suma.

“Las infancias son el objeto y el sujeto de quienes trabajamos con el arte para niños, y si no mencionamos esto, nada de lo que hacemos tiene sentido”, advierte David Wapner, reconocido escritor y editor que desde hace 27 años vive con su esposa, la artista visual Ana Camusso, en Arad, al sur de Israel, sobre el Mar Muerto. “Desde aquí vivimos esto con total desesperación, angustia e impotencia”, lamenta, y cuenta que todos los días habla con su amigo, el reconocido poeta y maestro Nasser Rabah, que está en la Franja, “como una forma de acompañarlo, porque es lo único que podemos hacer”.

 

Wapner vive cerca de dos de las tres bases de la fuerzas aérea más importantes de Israel: “De acá salen los bombardeos para Gaza, para el Líbano, para Irán. Todos los días y las noches sentimos los aviones pasar. Y a las 4, 5 de la mañana se llevaban a cabo los programas de inteligencia artificial, como uno llamado Where is Daddy (Dónde está papá), que marca un blanco y espera la hora en que el padre vuelve a dormir para bombardear su casa, y matar de un saque a sus hijos, sus padres, toda su familia, porque los árabes viven juntos”, describe.

 

"La infancia ha sido el objeto central de este genocidio, porque es una limpieza étnica, donde los palestinos deben ser arrasados, ya sea de la vida o expulsados de esta tierra. Eso es el pensamiento del Estado de Israel, y por eso hay un cálculo que recorre el mundo: Todos los días es asesinada un aula de chicos, 27, 30 chicos, los niños son el 40 por ciento de los asesinados en este genocidio. Y no solo han sido asesinados, sino que las escuelas han sido arrasadas, no existen más escuelas, no existen más las bibliotecas, sus maestros han sido masacrados, sus padres han sido masacrados, sus abuelos. El niño que no está muerto está herido, y quien no está herido, está muriendo de hambre", alerta Wapner.

 

Lo intolerable

 

La escritora María Teresa Andruetto, ganadora del prestigioso Hans Christian Andersen -el premio más importante de la LIJ- puso en primer plano el tema cuando inauguró la última Feria del Libro Infantil de Buenos Aires. "Todas las personas debiéramos pronunciarnos frente a este genocidio, esta carnicería que se está produciendo contra un pueblo. Porque es contra ese pueblo y de algún modo también contra toda la humanidad", repone ahora en diálogo con Página/12.

"Pero particularmente para nosotros, personas que escribimos, ilustramos, investigamos, pensamos, enseñamos, reflexionamos en torno a las infancias, este infanticidio que Israel comete contra el pueblo Gaza y contra el pueblo palestino es verdaderamente intolerable", marca la autora de El vestido.

"Más aún si pensamos que el IBBY (International Board of Books for Young People, la organización mundial más importante del campo) fue creada por Jella Lepman, una filántropa que levantó los tres pilares del campo mundial de la literatura para niños y jóvenes: la Feria del Libro Infantil de Bolonia, el Premio Andersen y la institución IBBY. Y la creó precisamente en respuesta al genocidio del nazismo contra el pueblo judío, gitano y otros pueblos", recuerda. "Eso que está en el corazón mismo de la fundación del campo de la literatura infantil, hoy parece fundamental pronunciarlo, frente a esta destrucción humanitaria que Israel está cometiendo y que no tiene ya nombre", advierte.

El escritor Mario Méndez, presidente de Alija (una entidad que es miembro de IBBY a nivel local), repasa que esta asociación internacional se pronunció ya en 2023 pidiendo por la paz y en contra del infanticidio en Gaza, y que Alija reprodujo ese repudio y sostuvo ese mensaje de distintas maneras. "Ante el recrudecimiento del plan de exterminio y el desproporcionado ataque de un Estado poderoso contra un Estado desprotegido como es el gazatí, Alija vuelve a pronunciarse, pidiendo por los niños, las niñas y los jóvenes que son asesinados día a día, que son heridos física y psicológicamente, con heridas que dejarán marcas indelebles. Pedimos por el cese del infanticidio, en línea con los clamores de asociaciones de todo el mundo, colectivos de escritores y escritoras, especialistas, editores, que se manifiestan cotidianamente", explica.

En la Argentina este manifiesto viene siendo impulsado largamente por escritoras e ilustradores como Andruetto, Matías Trillo, Paula Bombara, Roberta Iannamico, Laura Escudero, también Adolfo Córdoba desde México o Wapner desde Israel, entre muchos y muchas. 

El milagro de jugar a la pelota

Como muchos desde Gaza, el doctor Refaath Alathamna describe diariamente los padecimientos que atraviesa con sus cinco hijos, uno de ellos, el niño cuya foto acompaña esta nota, que con sus cuatro años “prácticamente no ha conocido más que esta vida, que no es tal”, lamenta. Con su doble nacionalidad palestina boliviana, pide -hasta el momento sin éxito- poder sumarse a un vuelo de evacuación de los que realizan varios países (recientemente hizo uno Chile).

Junto al relato de la búsqueda de comida y agua a precios exorbitantes, misiles y muertes de familiares cercanos, desplazamientos continuos, narra estremecedoras postales cotidianas. Como la que surgió tras volver a su casa, o lo que quedaba de ella, con sus hijos,

"Ayham volvió a tener su pelota. La misma que perdió cuando huimos. La misma que me pidió durante meses, con esa insistencia que solo los niños conocen.

 Ahora la tiene. Y su sonrisa lo dice todo.

 Pero no puede jugar en la calle.

 No hay lugar seguro.

 La calle en frente de mi casa tampoco. Ya lo vieron a primeros de este mes, donde todos nos salvamos de milagro.

 Ayham juega en casa con su hermano mayor. Entre paredes que tiemblan. Sobre un suelo que ya no es seguro. Con una pelota que rebota contra el silencio. Y aun así, juega. Porque los niños de Gaza no esperan a que el mundo les devuelva la infancia. La inventan. La defienden. La celebran.

 Esta foto es un milagro. Pero también es una pregunta: ¿cuánto tiempo más tendrá que jugar solo dentro de casa? ¿cuánto tiempo más estará sin comer lo que un niño necesita para crecer? ¿Hasta cuándo podré distraerle con la pelota?".

sábado, 30 de agosto de 2025

POESÍA DESDE GAZA



 "La bala", por Sahar Rabah

 

 

La bala pasa junto a ti

en la estela de su eco cuentas los deseos

estás agotado de esperarlos los absuelves

y dices: tal vez haya más esperando a toda una vida.

 

La bala pasa junto a ti

así que esbozas un cordel y un avión de papel

los dedos misericordiosos de un niño lo atrapan

solo para que el azar también te libre

de la sangre de la masacre.

 

La bala pasa junto a ti

duermes una hora más

sueñas que una rosa crece

en el fondo de tus venas

y una lluvia ligera cae sobre

los bordes del corazón para

hacer sitio al poema

 

la bala pasa junto a ti

los árboles de sombra se estiran y dormitan

como tu pena olvidada por allí

más allá de la valla al cementerio.

 

La bala pasa junto a ti

una paloma sacude las estrellas de sus alas

arrojando paz sobre tu oscuro camino.

 

La bala pasa junto a ti

y sonríes por toda una historia

de vida entregada también por

accidente y casualidad.

 

El color de la flor, por Sahar Rabah

 

Rezamos para que el color de la flor

haga brotar en nosotros el sueño de cruzar

la estrecha oscuridad y colgar

nuestras ropas al sol para que se sequen

de todas las lágrimas de la guerra y correr

con el recuerdo de un niño

que perdona al país y

juega descalzo junto a los escombros

 

 


jueves, 21 de agosto de 2025

EL ÚLTIMO DÁTIL. LA HISTORIA DEL ÚLTIMO DÁTIL EN GAZA

 

LA HISTORIA DEL ÚLTIMO DÁTIL EN GAZA

 

Asem Alnabih | La Intifada Electrónica | 12 de agosto de 2025

 

El dátil pasó de un miembro de la familia del autor a otro.

 

Es sólo un dátil. Un simple trozo de fruta seca de cuatro centímetros. Pero aquí en Gaza, donde nada es fácil y todo tiene un significado, incluso un dátil se convierte en un símbolo de resistencia, sacrificio y amor.

Guardé este dátil durante seis meses. Lo había encontrado y guardado para lo que imaginaba que serían los días más oscuros: los días en los que la comida desaparecería de los estantes, en los que el hambre envolvería nuestras vidas, en los que compartir incluso una migaja se convertiría en un acto de resistencia.

 

Esos días son ahora

 

Como a muchos gazatíes, me encantan los dátiles. A mi madre también le encantan. Hace unas semanas, decidí que había llegado el momento de desprenderme de mi pequeño tesoro. Le di el dátil a mi madre. A la mañana siguiente, se lo dio a mi hermana menor, Nesma. Y luego Nesma se lo dio a nuestro sobrino Mo'men, de 2 años.

 

Un silencioso acto de amor

 

Ese único dátil, que pasó de mano en mano, se convirtió en un silencioso acto de amor en un mundo que se derrumbaba a nuestro alrededor.

Por eso, cuando mi madre le dio el dátil a Nesma, no se trataba sólo de comida. Era un gesto de confianza y esperanza: Esto es para ti, hija mía. Tú lo necesitas más que yo.

Y Nesma, a su vez, eligió dárselo a Mo'men. Nació apenas dos meses antes de que empezara la guerra y crecerá sin su padre, Moataz Rajab, asesinado durante el genocidio.

Moataz era un hombre amable y educado que obtuvo su título de posgrado en economía justo una semana antes de la guerra.

Mo'men nunca recordará la voz de su padre. Pero, en ese momento, recibió un dátil. Y con él, recibió una historia que volverá a escuchar años después.

 

Quiénes somos

 

Nadie en mi familia quería comerse el último dátil y negarle a otro su dulzura. Así somos en Gaza, no sólo supervivientes, sino donadores. Damos incluso lo poco que nos queda. No porque seamos santos, sino porque el amor y la dignidad son lo único a lo que podemos aferrarnos cuando todo lo demás nos ha sido arrebatado.

La guerra puede revelar lo peor de las personas. Aquí, en Gaza, también saca lo mejor. Nuestras calles están llenas de dolor y escombros, pero también de bondad. Pequeños gestos como pasar un dátil dicen mucho de lo que somos.

Algunos dirán que es solo un dátil. Pero yo veo en él toda la historia de Gaza: privación y generosidad, desesperación y desafío, los estrechos lazos de la familia y la negación a rendirse a la crueldad. Este dátil, guardado y compartido, es un pequeño acto de rebelión frente a un sistema que intenta despojarnos de todo, incluso del derecho a alimentar a nuestros hijos.

En Gaza hemos redefinido la riqueza. La riqueza no es lo que atesoras, sino lo que regalas, y se mide por la fuerza de los lazos que mantienen unidas a familias y vecinos. En un mundo que intenta reducirnos a estadísticas, nos hemos convertido en narradores. Un solo dátil lleva la historia del amor de una familia, la supervivencia de un niño, la ausencia de un padre y la negativa de un pueblo a dejar de ser humano.

La gente nos pregunta cómo sobrevivimos. Cómo seguimos adelante cuando las bombas siguen cayendo, cuando el hambre roe a nuestros hijos, cuando no hay certeza de que viviremos para ver el próximo amanecer. Mi respuesta es: sobrevivimos los unos por los otros. Sobrevivimos porque en Gaza nadie quiere comerse el último dátil. Y sobrevivimos porque todos soñamos con que pronto llegue un día de libertad y abundancia de dátiles.

El dátil ya no está, se lo ha comido un niño demasiado pequeño para saber lo que significa. Pero el acto permanece, como las ondas de un guijarro arrojado al agua. Es en estas ondas, en las historias que contamos, en la forma en que nos negamos a olvidar, donde Gaza sigue viva.

Asem Alnabih es ingeniero e investigador de doctorado residente en la ciudad de Gaza. Es portavoz del Ayuntamiento de Gaza y ha escrito para muchas plataformas tanto en árabe como en inglés.

Fuente: The Electronic Intifada 

 

domingo, 3 de agosto de 2025

Carta de Najat, hija de refugiados palestinos en Italia, a la senadora Liliana Segre, superviviente del Holocausto

 

Sra. Liliana Segre:

Usted está molesta porque se utiliza la palabra “genocidio” para la masacre de Gaza, como si esta palabra fuera un privilegio, una insignia de honor, o incluso una exclusividad.

Créame, los palestinos no hemos robado la palabra, ni queremos hacerlo. En todo caso, fueron quienes ustedes conocen bien quienes la hicieron a la medida de nuestro cuerpo, de nuestra firmeza y de nuestra adhesión a nuestra tierra.

Pero como usted también puede ver, ¡las letras de esta palabra están empapadas de nuestra sangre, nuestras lágrimas y nuestro dolor! En esta palabra se puede oír el eco de la explosión de casas, hospitales, iglesias, mezquitas mientras estamos condenados a oír incluso las risas de los soldados israelíes cuando bombardean indiscriminadamente y luego lo celebran como si fuera un juego para ellos. Retire la palabra «genocidio», querida señora, a cambio de devolvernos más de 30.000 vidas.


 

Recupere esta palabra y devuélvanos a Hind, la niña de sólo 7 años a la que el mundo entero oyó llorar en su coche durante días, rodeada por los cadáveres de sus familiares y los tanques israelíes.

Recupérela y devuélvanos a Yazan, de 6 años, que murió de desnutrición porque Israel bloquea el acceso de la ayuda humanitaria.

Recupérela y devuélvanos a Mohammed, de 16 años, quemado vivo.

Recupérela y devuélvanos a Mustafa, de 14 años, asesinado cuando iba a la escuela.

Recupérela y devuélvanos a Rami, de 13 años, que celebraba el Ramadán con fuegos artificiales.

Recupérela y devuélvanos a Ahmed, de 8 años, que murió sólo porque reclamaba un saco de harina.

Recupérela y devuélvanos los miembros de nuestros hijos, sus ojos, sus brazos, sus piernas e incluso su sonrisa despreocupada.

Y nosotros, querida Segre, prometemos que nunca más utilizaremos la palabra «genocidio» en nuestra lengua. Si hay algo que nos gustaría por encima de todo, es no tener que utilizar esta maldita palabra. Simplemente porque somos un pueblo que ama la vida y merece la vida...

Najat,17 de marzo de 2024


 

Esta carta abierta dirigida a la senadora vitalicia italiana Liliana Segre, superviviente del Holocausto, respondía a unas declaraciones de esta última en la que afirmaba:

"Cuando se mata de hambre a una población, existe el riesgo de llegar a lo indecible. Ver a Israel hacerlo es desgarrador. Pero el uso de ese término es complaciente. La insistencia en imponerlo a todo el mundo, principalmente a los judíos, es morbosa".

Liliana Segre, nacida en 1930 en Milán, fue expulsada de su escuela a raíz de la promulgación de las Leyes raciales italianas del régimen de Mussolini en 1938. Cuando su familia intentó refugiarse en Suiza, fueron rechazados en la frontera y, tras ser detenidos al día siguiente por la policía italiana, fueron deportados a Auschwitz. Allí encontraron la muerte su padre y sus abuelos paternos. Liliana salvó su vida realizando trabajos forzosos en una fábrica de munición dependiente de Siemens. De los 776 niños italianos menores de catorce años deportados, solo sobrevivieron 36, entre ellos Liliana. En 2018 fue nombrada senadora vitalicia por el presidente de la República italiana.